Incredibles 2 logra crear buena diversión familiar
El guionista y director de The Incredibles, Brad Bird, ha dicho que los poderes de sus personajes nacieron de estereotipos. Papá es fuerte, mamá se estira en millones de direcciones, las chicas adolescentes se escudan, los niños pequeños rebosan de energía ilimitada y los bebés son impredecibles.
Por esto decidió que la secuela Incredibles 2, una comedia rápida y alegre, empezaría justo donde había terminado la primera: en ese estacionamiento tras la competencia de atletismo de Dash, donde una nueva amenaza emerge de la tierra. No importa que en la realidad hayan pasado 14 años; la animación no está amarrada al tiempo ni a la edad de sus actores.
Incredibles 2 mejora un poco su postura de género, con respecto a la primera película, al enviar a mamá a trabajar y hacer que papá se quede en casa. La animación también mejoró mucho, haciendo que The Incredibles parezca algo primitiva e, incluso, fea.
Aunque tiene un comienzo lento, al final es bastante diver- tida. Pasa del absurdo (los poderes florecientes de Jack Jack) a lo más común (como el papá ayudando a Dash a hacer su tarea de Matemáticas o tratando de arreglar las cosas tras entrometerse en una cita de Violet y avergonzarla aún más en el proceso).
Sigue siendo divertido ver a narradores inteligentes como Bird trabajando dentro del sistema y usando su plataforma para autoevaluar o comentar sobre lo que ocurre, incluso a pesar de que la conclusión es un poco endeble. Bird podría simplemente haber traído de vuelta a sus adorables personajes, aprovechar las rarezas de Jack Jack y cobrar el cheque. Esto hace que el esfuerzo y el cuidado en esta segunda entrega sean aún más increíbles.