Metro Puerto Rico

A UN AÑO DE El relato de una boricua en Chicago: “Mamita se nos fue”

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na: ‘Ay, nena, yo tengo dolor de estómago, acuéstame’, y cuando mi hermana la acostó, dice mi hermana que ella empezó a sudar, y mi hermana la soplaba, y mamita dejó de respirar y se nos fue. En ese mismo instante, mi hermana me llama: ‘Mami se nos fue, mami se nos fue”.

En su certificad­o de defunción, relató Yolanda, el médico certificó la muerte de Luciana como un ataque masivo al corazón. “El mismo agobio, el susto, porque ella se asustó mucho el día de la tormenta. Ella entristeci­ó al punto que le dio un ataque al corazón y murió”.

Yolanda pudo abordar el próximo vuelo a Puerto Rico. Diez horas después de la muerte de su madre, su cuerpo aún yacía en la cama en la que falleció.

“Tuvimos que, con dolor, llevarla hasta donde la morgue la alcanzó para trasladar el cuerpo de mi mamá”.

De los 13 hijos de doña Luciana, ocho no lograron llegar a tiempo desde los lugares donde residen para estar presentes en el entierro de su madre, dada la dificultad que había entonces para conseguir boletos de avión.

“A mi mamita no le pudimos hacer autopsia porque no había electricid­ad. La tuvimos que enterrar de un día para otro porque no había neveras; ni una flor, porque no había flores, no había nada”.

Desde los ojos de Yolanda, Puerto Rico lucía como “una zona de guerra”. Sumida en el dolor ante la pérdida de su madre, la ahogaba también todo lo que presenciab­a.

“Yo nunca pensé ver a mi isla de esa forma”, afirmó. “En los rostros de las personas se veía su desesperac­ión, su aborrecimi­ento, su cansancio, fue algo tan difícil para mí”.

“Nosotros enterramos a mi mamá un sábado. El domingo por la madrugada, mi sobrina, que tenía ocho meses de embarazo, entra en labour (parto). Arrancamos pa’l hospital. El más cercano era el de Caguas. Todos los hospitales de Humacao estaban cerrados”.

En el hospital HIMA San Pablo en Caguas, relató Yolanda que a su sobrina la dejaron en una sala de espera desde las 7:00 de la mañana, aproximada­mente, hasta la 1:30 de la tarde. En el estacionam­iento había camillas. “Había una señora entubada, en life support, en el parking”.

“Mi sobrina con dolores… Esperamos tanto. Cuando finalmente la entran, no encontraba­n latidos del corazón del bebé… El bebé murió, el bebé murió”, relató. La traumática experienci­a se extendió hasta las 9:00 de la noche, aproximada­mente, cuando la mujer tuvo que dar a luz a su hijo —el primero de un matrimonio joven— sin vida. El dolor persiste.

Ante la situación que vivía –que vive– Puerto Rico, y las secuelas del más potente huracán que ha tocado tierra boricua en la historia moderna, Yolanda decidió llevarse a su familia a Chicago durante el periodo navideño.

“Era lo único que me iba a hacer sentir un poquito mejor después de perder a mami, and I know (y yo sé) que eso era lo que ella quería que yo hiciera”, contó.

“Mi mamá era de campo, le encantaba sembrar. Ella tenía una finca de plátano, de café, de todas las frutas que podías imaginar. Mi mamá tenía seis cuerdas de terreno y las seis las sembraba ella solita. Era el ser más fuerte que yo pude haber conocido”.

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