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OMG! Cupido ha conseguido unir a algunas parejas a pesar de la emergencia sanitaria mundial con la ayuda de las aplicacion­es de citas. Metro te cuenta algunas de las historias más inspirador­as

- Miguel Velázquez Metro World News

En medio de los cierres impuestos en todo el mundo por la pandemia del COVID-19, las apps de citas han ido en aumento. Como ha explicado Tinder en su resumen anual de 2020, el nuevo coronaviru­s “nos hizo abrirnos”:

“La combinació­n de estar atrapados en casa y el hecho de que todos estábamos pasando por lo mismo al mismo tiempo hizo que la gente en Tinder se pusiera a charlar más que nunca”. A nivel mundial, el 5 de abril fue el punto álgido de este chateo: ese día los miembros de Tinder enviaron una media del 52 % más de mensajes frente al inicio de los bloqueos a principios de marzo.”

Gleyce Hanna, que conoció a su alma gemela gracias a la popular aplicación, contó a Metro que decidió aprovechar Tinder durante la cuarentena, ya que no podía salir de casa para dedicar tiempo a hablar con gente nueva.

“Revisé los perfiles y vi una foto de un chico chino con la descripció­n que decía que buscaba a alguien sólo para enseñarle portugués y a cambio le enseñaría inglés o chino. Como no sé hablar inglés, me interesé por aprender un nuevo idioma en esos días que no tenía nada que hacer”, relató.

Ambos empezaron a hablar, él utilizaba el traductor y las conversaci­ones eran muy difíciles de entender.

“Me preguntó si estaba interesado en trabajar en la misma empresa que él, y me interesó. Fui a una entrevista, me vio y sólo me dijo “hola”. Luego me dio agua y no me habló más”, agregó.

El flechazo se produjo poco después.

“Al mes siguiente me llamó para pedirme que le ayudara en el supermerca­do, porque no entendía el portugués. Estuvimos charlando en el coche durante mucho tiempo y se acercó a besarme. Al principio no quise hacerlo, pero lo intentó por segunda vez y le devolví el beso. No sabía que en la cultura china hablar todos los días significa tener una cita, no existe eso de ‘sólo una cita’”.

Su historia de amor estaba a punto de dar un giro inesperado.

“Un mes más tarde estuvo en mi casa para conocer a mi madre. Yo seguía sin querer salir con nadie... Comió en casa y por la noche sus padres llamaron desde China para conocerme y aceptarme en la familia para casarse... Me entró el pánico, pero seguía pensando que aquella locura acabaría y todo volvería a la normalidad. Eso fue en abril. El 7 de agosto me pidió que me casara con él y acepté, aún sin creer que estuviera sucediendo...”, cuenta Gleyce.

De repente, la familia de Gleyce y su pareja crecía:

“Me regaló un conejito, lo llamamos Isabela. Pero luego descubrimo­s que era macho, así que lo cambiamos por Alvim. Me casé en São Paulo, mi luna de miel fue en Río de Janeiro. Luego viví en casa de mi madre durante un mes, mientras él

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