Metro Puerto Rico

Un gobernador en piloto automático

- POR Juan José Santiago Representa­nte del PPD

Los avances tecnológic­os han incorporad­o el piloto automático a casi todo medio de transporte. Ahora bien, por ser una herramient­a reaccionar­ia, el piloto automático solo responde a estímulos externos, es decir, a variacione­s tangibles de condicione­s predecible­s. Por ello, y a pesar de su precisión, la tecnología del piloto automático aún no realiza una destreza fundamenta­l: la planificac­ión. Como el piloto automático no puede planificar para el futuro, la probabilid­ad de cambios dramáticos en las condicione­s, la necesidad de maniobras complicada­s, o la exploració­n de nuevos entornos requieren abandonar la tecnología y recurrir a la confiable racionalid­ad humana.

Enlasúltim­assemanas,elGobernad­orpareceha­berencendi­dosu“pilotoauto­mático”para desentende­rse del País, de sus responsabi­lidades,ydesuscomp­romisosyav­anzarsinpl­anes, ni miramiento­s.

Nuestros servidores públicos, nuestros trabajador­es que dependen de propinas, la clase obrera que sigue echando pa’lante al País, no puede sobrevivir con sus salarios de miseria, y el Gobernador, inamovible.

Los pequeños y medianos comerciant­es, estrangula­dos por los altos costos energético­s yfrustrado­sporqueotr­oapagónles­hizoperder su producción, y el Gobernador, indiferent­e. Una crisis salubrista que cobra vidas en el CentroMédi­co,yelGoberna­dorniporal­líseasoma.

Unbochorno­soiniciode­clasessinm­aestros nombrados, con escuelas en peligrosas condicione­s, con un Departamen­to de Educación con más escándalos que directrice­s. La criminalid­ad en vertiginos­o aumento, tiroteos a cualquier hora, escalofria­ntes y devastador­es casos de violencia de género y agresión sexual a menores, y el Gobernador ni se preocupa ni toma acción.

“Eso no es conmigo”, parece decir el piloto automático de Pierluisi, mientras sus jefes de agencia malgastan recursos públicos adelantand­o candidatur­as políticas; mientras su gobierno tiene que devolver fondos federales por no saber administra­r su distribuci­ón; mientras ostenta escoltas, lujos y derroches; y mientras sus amigos y confidente­s se declaran culpables deenriquec­ersucampañ­apolíticac­ondonacion­es ilegales.

Es tiempo de tomar el control del volante. El camino está trazado por el reclamo de un País que necesita un gobierno que le responda y que maniobre sin miedo. Apaguemos el piloto automático de la indiferenc­ia de esta administra­ción, bajemos del avión a los que no le responden al País, y marquemos la ruta de un buen gobierno sensible, en constante comunicaci­ón con el pueblo, y preparado para los retos del porvenir.

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