Así es la situación de quienes quedan en bolsillos sin servicio eléctrico.
Desesperante Transparencia No hay un sistema para tener visibilidad de la cantidad de bolsillos que quedan a casi un mes del huracán Fiona.
La casa de Ricardo Aguayo, ubicada en el barrio Quebrada Arriba, en Cayey, luce como cualquier unidad de dos pisos en la que vive una familia. Con dos carros en su marquesina, perros ladrando desde el patio y una cuesta por el lado, todo luce en orden, salvo al cable que cuelga desde el techo y llega hasta el poste colapsado frente a la residencia.
Desde allí, el maestro de 49 años narró todo lo que ha hecho para tratar de captar la atención de los responsables de restablecerle el servicio eléctrico que no ha tenido desde el paso del huracán Fiona, hace 26 días.
“Siento que es falta de empatía y deferencia”, dijo Aguayo a Metro.
“Prefiero que me digan ‘oye, honestamente, no podemos terminar, pasó tal cosa’, y si me lo dicen, aunque no me guste lo que escuche, sabré a qué atenernos”, agregó.
La situación de Aguayo se torna más desesperante dado a que –virtualmente– es el único residente en su sector sin luz, pues otras residencias en ese bolsillo, como se conocen pequeñas zonas que permanecen sin luz, tienen placas solares o no son residencias principales, por lo que es el único en su sector que radica querellas a LUMA Energy.
Relató que apenas vio personal de la empresa eléctrica la semana pasada, cuando brigadas subcontratadas se acercaron a su hogar a podar le vegetación alrededor del poste derrumbado. Cuando le cuestionó a los trabajadores por un estimado de tiempo para el restablecimiento del servicio, estos le dijeron que solo despejarían la línea principal, pero el poste no lo tocarían.
Así ha sido la dinámica durante las pasadas tres semanas. “Lo más frustrante es que aunque uno no quiera, para recibir un servicio esencial, uno tiene que convertirse en supervisor, vigilante, preguntar e insistir sin que ellos se ofendan y entiendan que uno está directamente supervisándolo. Pero si los dejas solos, el poste se queda así”, sostuvo.
“Cuando todos tenemos el mismo problema, podemos ser empáticos con los demás. Una vez los demás tienen sus necesidades cubiertas, pues la empatía con el que no tiene (luz) comienza a desvanecerse”, apuntó.