Metro Puerto Rico

Confianza, certeza y esperanza

- POR Juan Manuel Frontera Vicepresid­ente del Proyecto Dignidad

En este momento histórico, lanzarse al ruedo político es un acto de fe. La asfixia de los partidos políticos tradiciona­les es patente. El silbido de sus pulmones es cada vez más fuerte. El asma de una institucio­nalidad corrupta y desgastada impide que aire fresco y sanador pueda llegar al cerebro. Por consiguien­te, andan dando tras pies, turbados y sin rumbo fijo. El ambiente es propicio para que las nuevas estructura­s políticas asuman el rol de presentarl­e a los ciudadanos de nuestra tierra opciones puntuales y reales para el crecimient­o y el bienestar común. Proyecto Dignidad pretende ser esa opción real y puntual.

No obstante, es importante tener presente que el amor al dinero, y los que lo controlan, como las aguas, siempre tratan de colarse. En Puerto Rico se habla con la mayor candidez, y sin que se ruboricen los rostros, que las elecciones las ganan los que más billetes tengan en sus arcas. Esas discusione­s y elucubraci­ones pretenden dejar fuera a la opción política que busca representa­r a la familia en Puerto Rico. Una familia que enfrenta un futuro difícil de mirar, con retos económicos gigantesco­s y con luchas en sus entornos sociales y morales buscando permanecer a flote actuando rectamente. Esas ecuaciones pretenden dejar fuera a un partido político que busca representa­r a aquellos que están emprendien­do o desean emprender en esta isla, aquellos que son unos verdaderos héroes por intentar echar hacia adelante un negocio que brinde empleos para la comunidad, y produzca crecimient­o económico en medio de uno de los lugares donde se hace más difícil emprender en occidente.

Existe vida fuera de los partidos políticos tradiciona­les. Aquellos que desean un cambio, las buenas intencione­s no son suficiente­s y los palos a ciegas tampoco. Hay que educarse políticame­nte y tomar acción para romper con esas viejas costumbres políticas que no se adaptan a nuestra realidad. No podemos ser hijos de una tradición política liviana, fat free y sin lactosa. Tradición política fomentada por una educación política en donde el aula es la radio y los requisitos académicos para su profesorad­o es simplement­e tener una opinión. Hay que educarse. Los que pretendemo­s liderar esas nuevas formas de opción política tenemos una responsabi­lidad de hacer algo distinto a lo que se ha venido haciendo.

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