El actor irlandés charló con Metro sobre la película de comedia negra
Entrevista. Banshees of Inisherin. The
The Banshees of Inisherin comienza con una nota de pura locura pero, por extraño que parezca, parece completamente lógica. ¿Qué pasaría si un buen día alguien se diera cuenta de que su vida y lo que ha vivido hasta ese preciso momento no va a ninguna parte? La pregunta no es precisamente original. Nos pasa a todos y, además, todos los días. La novedad consiste en ponerse manos a la obra y hacer algo para que deje de ser así. Pero no estamos hablando de escribir un libro, cambiar de pareja o cambiar de trabajo. El protagonista decide cortar por lo sano la única amistad que tiene.
McDonagh se mantiene fiel a su estilo y a su gente. Una vez más, son Colin Farrell y Brendan Gleeson los que se enfrentan en un duelo interpretativo como lo fue hace catorce años en In Bruges.
La película se mantiene cercana a la anterior dramaturgia de McDonagh ambientada en una pequeña comunidad irlandesa. ‘Los Espíritus De La Isla’ es una película en continuo movimiento. Especialmente siguiendo a Padraig (Farrell) mientras deambula por la isla intentando encontrar un nuevo sentido a su vida. Por los espectaculares paisajes de la isla, junto al mar embravecido, bajo el cielo gris, a través de los verdes prados y entre vallas de piedra, el cine de McDonagh
está lleno de ingenio y humor. Por muy idílica que parezca, se trata de una película de McDonagh en la que generalmente ocurren cosas terribles. Y la comedia casi blanca del principio acaba convirtiéndose en algo muy oscuro.
Colin Farrell se sentó con Metro para hablar de la película que hizo con uno de sus cineastas más queridos.
¿Tenía alguna expectativa sobre la nueva película de Martin McDonagh?
– No tenía ninguna expectativa. Martin y yo tenemos un acuerdo maduro que se inspiró en su idea inicial de escribir algo para lo que yo no era inicialmente adecuado y con lo que debía conformarme. Y si alguna vez me ofreciera algo que no quiero hacer, que es probablemente la segunda parte y probablemente menos probable que ocurra, está bien que pase. Pero no puedo imaginarme que vaya a dejar pasar algo que él escriba porque es un escritor extraordinario. Siempre me conmueven mucho los mundos que crea y los personajes que diseña, así que cuando llegó el momento de la lectura supe que quería estar en ella. Ya habíamos hablado de este proyecto, como tres años antes de empezar a rodar, y en el momento de leer el guión me pareció extraordinario, así como la idea de volver a trabajar con Brandon, al que echaba de menos en mi vida porque han pasado 14 años desde In Bruges. Le he visto periódicamente a lo largo de los años, pero volver a estar en un plató con él en el oeste de Irlanda fue como si nunca nos hubiéramos separado.
¿Fue la interacción entre los personajes muy diferente a la de
- Me dio la sensación de que el director hace honor a un sistema que le funciona. Aunque el sistema siga siendo el mismo, por supuesto, siempre cambia la expresión en función de con quién estés ejerciendo ese sistema, del tono de la historia y de cuál sea la historia. Me encanta que hayamos tenido dos o tres semanas para reunirnos antes del rodaje y que hayamos ensayado en un teatro, que fue el primer teatro donde Mike representó sus obras, y fue hermoso volver. Se sentía como un espacio vacío. Teníamos dos o tres semanas por delante, y simplemente hablábamos del guión y nos sentábamos y al final, como puedes imaginar, nos pusimos en marcha, porque nos daba nervios cuando empezamos y luego, a través de la familiaridad, tuvimos una gran sensación de soltura con el material. Me di cuenta de que nunca lo llevas en el ensayo al lugar que acaba siendo delante de las cámaras, siempre se siente fresco con espacio para jugar y maniobrar.
La película habla de la amistad... - Es difícil acercarse a alguien en la isla sin que se note. Reclamo al personaje de Brendan que sea así de honesto, como lo es con mi personaje en el sentido de que él inicia la ruptura y yo aún no estoy del todo recuperado (*Risas*).
¿Juega la música un papel importante en la historia?
- Para mí, la música fue un elemento muy persecutorio. Brendan Gleeson había escrito una melodía muy emotiva para tocar mientras rodábamos y le pedí si podía enviarme una copia. La tenía en mi teléfono y la escuché una y otra vez y se convirtió en una cacería increíble porque la música se distorsionaba a medida que se reproducía. Empezaba hermosa y algo horrible y luego sonaba como en un funeral.
En la era de la información, las redes sociales nos han quitado la posibilidad de hablar con la gente de una forma muy mundana. ¿Nos han quitado las conversaciones?
- Vivimos en una sensación de saturación en la era de la información, en la que tenemos acceso a fragmentos de sonido y bocadillos y todo este tipo de personajes en las redes sociales. Creo que todo esto nos aleja absolutamente de la intimidad y el interés que requiere lanzarse a una conversación con alguien. Pero una vez que se llega al alarde, siempre se vuelve a las buenas charlas. Es como la gente que no cree en Dios hasta que tiene una sobredosis de droga y entonces se pone de rodillas diciendo: “Dios, por favor, ayúdame, no lo volveré a hacer. Sólo sácame de este atasco”. La conversación, el compartir pensamientos y sentimientos con los demás es un mundo y no creo que muera nunca, aunque haya sido suplantado por un poco de tecnología.
¿Cree que el personaje de Brendan quiere cambiarle?
- No siento como lector y como actor que el personaje de Brendan quiera cambiar mi personaje. Sentí que si se quedaba en compañía de mi presencia lo cambiaría o disminuiría la oportunidad de experimentar la expresión creativa que él deseaba tan desesperadamente y para siempre por razones personales. Mi personaje es inocente y amable. No puede entender por qué su amigo de todos estos años se aleja de él de forma tan violenta. No puede soportarlo y eso le hace tambalearse. Y para mí, toda la historia, desde una perspectiva singular, trata de la pérdida de la inocencia y de la belleza que se le arrebata a un personaje. Se trata de dos hombres que se enfrentan a problemas cuando uno de ellos decide poner fin repentinamente a su larga amistad. Nos aleja de la intimidad que se requiere y del interés que se necesita para existir.