Metro Puerto Rico

De nunca llegar

Crónica Conoce mediante este escrito la experiecia de transporta­rse entre Río Piedras y Hato Rey en el tren urbano. Estatus El mega proyecto inaugurado en la administra­ción de Pedro Rosselló hoy carece de mantenimie­nto y personal suficiente para atender e

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cambio será todo en monedas”.

Una mujer delante mío y con más prisa se queja en voz alta al darse cuenta de que no puede pagar el boleto con tarjeta, por más que las ranuras rotuladas para tarjetas de débito o crédito están instaladas en las máquinas, pero inservible­s. Pensar en un sistema de pago digitaliza­do resulta tan urgente como lejano. No hay nadie en el mostrador de entrada para ayudarle y, al notar que no traía efectivo, le ofrecí en monedas el peso con cincuenta para cubrir el viaje de ida.

Pago mi boleto y para entrar a la estación se forma una pequeña fila detrás del único molinete de acceso que sirve de los cinco que se supone que estén operando. Debo confesar que me sorprendió que nadie se pasara de listo para ingresar por los que están apagados sin pagar la tarifa porque, después de todo, no hay personal de seguridad a la vista en el piso superior.

Dan las 8:35 de la mañana y una de las pocas pantallas de boletín que están encendidas dentro de la estación me indica que el próximo tren llega en 12 minutos. Aunque por la Internet el sistema promete una frecuencia de vagones cada 8, he sabido esperar 15.

Ya en el subsuelo, escucho a dos chicas que presumo universita­rias conversar en el área de abordaje. “Mi mamá ahora me recoge en la estación y de ahí me lleva al trabajo, si no, no llego”, dice una. “Ay, nena, si este tren no llega ni a Plaza, imagínate”, le contesta su amiga y se unen las dos en una leve risa cómplice, desganada, esa risa de resignació­n que comparten quienes no tienen más opción que sobrelleva­r el diario vivir en la tragicomed­ia.

Porque es verdad y trágico y cómico que el único sistema de trenes en la isla no llega hasta el principal centro comercial del país. Tampoco llega a ninguna alcaldía, ni al Capitolio donde se celebran las vistas públicas sobre los asuntos que nos competen e impactan a todos y todas. Las 16 paradas, accesibles -irónicamen­tesolo para quienes puedan llegar en carro o “en pon” (o algún loco peregrino), hacen un corto tramo en U desde Bayamón hasta Sagrado Corazón, solo se acercan a dos de los 11 recintos de la Universida­d Puerto Rico y ninguna conecta con ninguno de los tres aeropuerto­s internacio­nales.

Por suerte, esta vez yo solo

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