En cuanto a la economía, ni Biden ni Trump
Si nos dejamos llevar por sus discursos, parecería que los candidatos presidenciales de Estados Unidos quieren devolver a la nación a un pasado de fantasía de mediados del siglo XX. Su mantra es restaurar la manufactura; pero ninguno entiende la manufactura moderna ni cómo Estados Unidos puede forjar un futuro dinámico y seguro.
El Instituto Cato ha informado que, contrario a la creencia convencional, en EE.UU. el sector manufacturero representa una proporción mayor de la producción mundial que Japón, Alemania, Corea del Sur y la India juntos. La productividad de Estados Unidos también está muy por encima de estos. En el 2019, el valor agregado por el trabajador manufacturero
estadounidense promedio fue de $141,000 dólares, superando a Corea del Sur, que ocupa el segundo lugar, por más de $44,000 dólares por trabajador y a China por más de $120,000 dólares.
Los mercados globales reflejan esta fortaleza. Entre el 2002 y 2021, las exportaciones de manufactura estadounidenses se duplicaron con creces, y las ventas ocuparon el segundo lugar después de China, que dominó la producción de productos de baja calidad. Los extranjeros entienden la industria estadounidense mejor que Joe Biden o Donald Trump; invirtieron $2.1 billones de dólares en la industria manufacturera estadounidense, incluidos $121,000 millones de dólares en el 2021, antes de los subsidios aprobados
por el presidente Biden.
El éxito de Estados Unidos se debe a su capacidad para pasar de sectores menos productivos y de baja tecnología a otros de mayor valor, como las computadoras, los productos farmacéuticos, los instrumentos médicos y científicos, la maquinaria aeroespacial y eléctrica. Estados Unidos incluso subestima su desempeño porque nuestra definición de manufactura es tan antigua como la de nuestros candidatos presidenciales. El difunto George Shultz dijo que Washington podría resolver un problema político tratando el software como un bien manufacturado.