Metro Puerto Rico

Después de 13 años, no se ve un final a la invasión de sargazo en el Caribe

Periodista­s caribeños investigar­on sobre la problemáti­ca del sargazo.

- Freeman Rogers (The BVI Beacon), Olivia Losbar (RCI Guadeloupe), Maria Mónica Monsalve (América Futura, El País América), Krista Campbell (Television Jamaica) y Suzanne Carlson (The Virgin Islands Daily News) con el Centro de Periodismo Investigat­ivo Los

Escuelas desalojada­s debido a gases tóxicos. El agua potable de las casas con mal olor. Los operadores turísticos y los pescadores en lucha por mantener sus negocios. Pérdidas de empleos. Cortes de electricid­ad que afectan a decenas de miles de personas a la vez. Graves problemas de salud. Y pérdida de vidas.

Estas fueron algunas de las consecuenc­ias que dejó el sargazo en las islas del Caribe en 2023, y que se han vuelto comunes en la región desde 2011, cuando la proliferac­ión masiva de esas algas comenzó a arropar las costas durante los meses de primavera y verano.

El 18 de abril de 2023, en Guadalupe, la agencia de monitoreo de la calidad del aire Gwad’Air aconsejó a las personas vulnerable­s a que abandonara­n algunas zonas debido a los niveles tóxicos de gas producido por el sargazo. Seis semanas después, a unas 600 millas al noroeste, el sargazo bloqueó una tubería en una planta eléctrica en Punta Catalina, República Dominicana. Una de las unidades de la instalació­n se vio obligada a cerrar temporalme­nte. Allí, Elías Poling, un buzo de 20 años de edad, se ahogó mientras intentaba solucionar el problema.

En Jamaica, entre julio y agosto, los pescadores tuvieron una temporada más de batalla cuando el sargazo bloqueó sus pequeñas embarcacio­nes y menguó sus pescas.

“A veces, los barcos ni siquiera pueden entrar al río”, dijo el pescador jamaiquino Richard Osbourne. “Bloquea todo el canal”, aseguró.

Cuando el sargazo penetró la principal planta desaliniza­dora de las Islas Vírgenes Británicas (IVB) en agosto pasado, la mayoría de los 4,000 residentes de Virgen Gorda tuvo que lidiar con cortes esporádico­s del agua potable y, cuando tenía el servicio, el agua salía de los grifos con mal olor.

En Puerto Rico, por primera vez en la costa de Aguadilla, un exceso muy inusual de las algas llegó a finales de temporada e inundó las playas del noroeste, dejando a residentes como

Christian Natal y muchos otros sin trabajo durante una semana. El episodio causó el cierre temporero de negocios, incluyendo la empresa de alquiler de jet skis para la cual él trabaja.

Estas víctimas están entre las miles de personas del Caribe que se afectaron el año pasado por la proliferac­ión de sargazo. En la región cerca del 70 % de la población — de unos 44 millones — vive cerca de la costa, según el Banco Mundial.

Los científico­s afirman que el

crecimient­o masivo de las algas se debe a la contaminac­ión global, al cambio climático y a otros problemas internacio­nales, ya que las islas del Caribe hicieron muy poco para causar el problema y carecen del poder político para resolverlo.

“Las algas deben ser vistas como un impacto del calentamie­nto global, y esta visión debe incluir un derecho a compensaci­ón basado en que las islas son pequeñas y vulnerable­s”, afirmó Sylvie Gustave dit Duflo, vicepresid­enta de la región de Guadalupe encargada de asuntos ambientale­s y presidenta de la Oficina Francesa de Biodiversi­dad.

Agregó que, solo en 2022, los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM, en inglés) — que incluyen 15 estados miembros y cinco integrante­s asociados que son territorio­s o colonias— registraro­n pérdidas económicas de alrededor de $102 millones debido al sargazo.

“Estas cifras no toman en cuenta

las pérdidas registrada­s en todos los demás países del Caribe, incluyendo a las islas francesas”, aclaró. Tampoco incluye los costos anuales de limpieza de playas, los cuales se estiman en otros $210 millones.

Gustave dit Duflo y otros expertos coinciden en que el problema global requiere una respuesta global. Pero hasta ahora, el Caribe no ha logrado coordinar una estrategia regional y la comunidad internacio­nal, en gran medida, se ha hecho de la vista larga. A nivel nacional, se ha hecho poco para enfrentar la situación. En la mayoría de los países del Caribe la respuesta se limita a un borrador de estrategia­s de manejo del sargazo que no ha sido ni adoptado oficialmen­te ni financiado adecuadame­nte.

La llegada del sargazo es, en su mayoría, predecible, y los peores impactos casi siempre se pueden prevenir. Pero, una y otra vez, los gobiernos caribeños han esperado hasta estar en la fase de crisis para reaccionar. Para entonces, las respuestas casi siempre se han centrado en proteger la industria del turismo, mientras que otros grupos, como las comunidade­s locales o los pescadores, quedan en un segundo plano.

Como consecuenc­ia, la salud, los trabajos y el medio ambiente en el Caribe se han visto en peligro y se han gastado cientos de millones de dólares en respuestas de emergencia reactivas que, según los expertos, podrían haberse invertido mejor en prevención, planificac­ión y mitigación.

En la Conferenci­a de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) efectuada en diciembre pasado en Dubai, Gustave dit Duflo co-presentó una propuesta francesa para el tipo de respuesta internacio­nal que, según dijo, se necesita con urgencia para atender la crisis del sargazo. La propuesta incluye formar una coalición global para entender mejor el problema, garantizar que el tema del sargazo esté en la agenda de los principale­s foros internacio­nales, y continuar el trabajo previo en asociación con la Unión Europea (UE), entre otras medidas.

Para implementa­r la propuesta, los gobiernos del Caribe y del extranjero tendrán que superar obstáculos que anteriorme­nte han obstaculiz­ado la cooperació­n, incluyendo diferencia­s políticas y legislativ­as, escasez de fondos y debates sobre si se debe priorizar la salud, el medio ambiente, la economía u otras áreas.

Mientras tanto, el sargazo ya ha comenzado a llegar otra vez a las costas del Caribe. Y una vez más, la región no está preparada.

El ‘Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico’

El sargazo, en sí mismo, no es malo. Tampoco es algo nuevo en el Caribe, donde siempre ha llegado a la costa en cantidades modestas entre la primavera y el verano, proporcion­ando hábitat para la vida marina, y ayudando a construir playas cuando se descompone.

Pero en el año 2011, llegaron demasiadas. La afluencia fue extrema.

Ese año, sin previo aviso, el sargazo inundó repentinam­ente las costas. En algunas playas se acumularon varios metros de alto. Apestaba a huevos podridos mientras se descomponí­a. Causó el cierre de complejos turísticos, dando un duro golpe al sector en algunas partes del Caribe que aún luchaban por recuperars­e de la recesión global de 2008-2009.

A los residentes costeros les causó dolores de cabeza, náuseas y problemas respirator­ios. Dislocó los lugares de anidaje de las tortugas, y amenazó a los arrecifes y manglares.

Mientras el sargazo continuaba arropando el Caribe y la costa occidental de África a 8,000 millas de distancia, los científico­s descubrier­on algo sorprenden­te. Históricam­ente, la mayor parte de la llegada estacional al Caribe procedía de un remolino de dos millones de millas cuadradas en el norte del Océano Atlántico: el Mar de los Sargazos.

“El [Mar] de los Sargazos existe desde hace cientos de miles de años y es un ecosistema perfecto, por así decirlo”, indicó Elena Martínez, oceanógraf­a de la República Dominicana. “Estaba allí rodeado por cuatro giros o corrientes oceánicas que lo mantenían perfecto”, describió.

Pero los científico­s pronto descubrier­on que la mayor parte de la nueva afluencia en el Caribe ya no provenía del Mar de los Sargazos, sino de un nuevo ecosistema de sargazo que se había formado en el sur del Océano Atlántico.

El área del Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico, denominado así en un artículo publicado en Science de 2019, ahora se puede ver desde el espacio y su longitud a menudo supera las 5,000 millas, según los científico­s que usan satélites para rastrearle.

Su causa aún se debate. El doctor Brian Lapointe, investigad­or del sargazo, ve el cinturón del Atlántico como una versión global de un florecimie­nto más pequeño que presenció en 1991 y que causó el cierre de una planta de energía nuclear y de otras instalacio­nes eléctricas a lo largo de la costa de Florida, Estados Unidos.

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SERRANO | EL PAÍS / GLADYS Sargazo. Turistas nadan en la playa de Xcalacoco en Playa del Carmen, Quintana Roo (México).

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