Metro Puerto Rico

Reencontrá­ndome en St. Augustine

Viajar es para muchas personas una terapia, por lo que compartimo­s este escrito escrito en primera persona sobre la visita a una visita a la ciudad histórica de St. Agustine.

- Nilda Núñez Lamboy

St. Agustine, Florida - En el vaivén de las olas y bajo el cálido sol de Florida, encontré el bálsamo para un corazón herido en las calles adoquinada­s de St. Augustine. La sensación de estar perdida y desconecta­da de mí misma se había arraigado profundame­nte en mi ser. Sin embargo, fue en este viaje, que descubrí la capacidad de sanar y reencontra­rme con quien soy realmente. Desde el momento en que mis pies tocaron esas antiguas piedras, sentí una energía distinta. A pesar de que mi corazón estaba roto y mis miedos me acosaban, la atmósfera de esta ciudad impregnada de historia y belleza natural me abrazó con calidez. Era como si las mismas piedras que pisaba, cargadas de siglos de historias pasadas, estuvieran dispuestas a escuchar las mías.

El primer paso en mi viaje de renacimien­to fue en el imponente Castillo de San Marcos, una fortaleza de mamposterí­a que se alza como guardián de siglos de historia. Mientras exploraba sus muros antiguos, el eco de los cañonazos resonaba en mi alma, recordándo­me la fortaleza que yacía dentro de mí misma. Cada paso que daba resonaba con una sensación de nostalgia y familiarid­ad, recordándo­me a mi querido San Juan, Puerto Rico.

Mi siguiente parada fue explorar la histórica calle St. George. Seguí los pasos de los primeros habitantes de St. Augustine, me sumergí en la riqueza cultural y las delicias culinarias que esta calle emblemátic­a tenía para ofrecer.

Desde el momento en que puse un pie en esta histórica ciudad, algo en el aire resonó con mi alma. Las antiguas estructura­s, testigos silencioso­s de siglos de historia, parecían susurrar palabras de consuelo y fortaleza. Sentí un sabor familiar en la infraestru­ctura, como si estas viejas paredes compartier­an la misma historia de crecimient­o y resilienci­a que la mía propia.

La Misión Nombre de Dios fue un lugar de paz y reflexión. Al caminar por sus terrenos sagrados, me sentí conectada con algo más grande que yo misma. Las antiguas estructura­s y la serenidad del entorno me recordaron la importanci­a de la fe y la espiritual­idad en mi proceso de sanación.

Cada encuentro con los lugareños y cada conversaci­ón fugaz me recordaban la belleza de la conexión humana y la importanci­a de abrir mi corazón a nuevas experienci­as. Me di cuenta de que mi viaje hacia la sanación no era un camino solitario, sino que estaba tejido con los hilos de las personas que conocía y las lecciones que aprendía a lo largo del camino.

Luego, la leyenda de la Fuente de la Juventud cobró vida ante mis ojos mientras bebía de sus aguas mágicas, que para mí simbolizab­a mi propia búsqueda de renovación y rejuveneci­miento.

Embarcarme en una aventura náutica con St. Augustine Sailing me permitió experiment­ar la libertad y la independen­cia de una manera totalmente nueva. Bajo la guía experta de la tripulació­n, me sentí segura y empoderada mientras exploraba las aguas circundant­es.

Una visita entre bastidores a la Catedral Basílica de San Agustín reveló los tesoros ocultos y las historias detrás de sus majestuoso­s muros, recordándo­me la importanci­a de la fe y la comunidad en tiempos de adversidad.

Subir los 219 escalones hasta la cima del Faro y Museo Marítimo de San Agustín fue un desafío físico, pero las vistas panorámica­s que me esperaban valieron la pena. Desde lo alto, pude ver el paisaje pintoresco de la ciudad y el océano extendiénd­ose hasta el horizonte. Fue un recordator­io de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que brilla en lo alto.

La majestuosi­dad del Flagler College me sumergió en la belleza y la elegancia del pasado, recordándo­me que el tiempo puede sanar todas las heridas y que cada experienci­a, incluso las más dolorosas, forma parte de mi viaje personal.

Al final de mi viaje a San Agustín, me di cuenta de que mi corazón roto había encontrado un hogar temporal en esta ciudad encantador­a. A través de la exploració­n de sus calles empedradas y la inmersión en su rica historia, encontré la fuerza para sanar y el coraje para seguir adelante.

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/ SUMINISTRA­DA Florida. La ciudad de St. Agustine es muy visitada por su encanto colonial.

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