Por Dentro

MOÑOS DE FELICIDAD

Dos pacientes de cáncer cuentan cómo el uso de la peluca les ha devuelto confianza en medio de un momento difícil

- Por Liz Sandra Santiago liz.santiago@gfrmedia.com ● Fotos Wanda Liz Vega ●

Más allá de lo físico, las pelucas que provee Pantene Beautiful Lengths en colaboraci­ón con SACC a las sobrevivie­ntes de cáncer les da optimismo en momentos difíciles

Cuando Ivette Giusti Bravo recibió el diagnóstic­o de sarcoma de cadera el año pasado, el mundo se le fue encima. Fueron muchas las dudas y preocupaci­ones que inundaron su mente y una de ellas fue la pérdida del cabello. No por vanidad sino por esa sensación de perder algo tan de ella en un momento en el que se sentía muy vulnerable.

“Cuando tomé la primera quimiotera­pia, la enfermera me dijo que se me iba a caer el cabello y aunque yo lo sabía porque la doctora me había orientado, mi reacción fue decirle no. Ella me recomendó cortarlo bien corto para que me sintiera más cómoda cuando se fuera cayendo. Me lo corté bastante pero después en el hospital, cuando me tuve que someter a otra operación, mi hijo me llevó al barbero de él y me lo cortó con la maquinita porque ya estaba incómodo eso de que se cayera”, menciona Giusti.

Un estudio realizado en el 2007 por la Sociedad Americana Contra el Cáncer (SACC) reveló que el 58% de las mujeres que participar­on consideron la pérdida del cabello como el peor efecto secundario de la quimiotera­pia. De éstas, un 8% se negaron a someterse a un tratamient­o como la quimiotera­pia, por el miedo de la pérdida de cabello.

“La pérdida del cabello no es únicamente un aspecto físico sino también es emocional porque pierden algo que para ellas es importante”, expresa María Cristy, vicepresid­enta de cáncer control y servicios al paciente de la Sociedad Americana Contra el Cáncer (SACC) en Puerto Rico. MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN. Giusti recuerda que aunque al principio se negaba a utilizar pelucas, un día la psicóloga que la atiende en el Hope Lodge de SACC en San Juan, la invitó a visitar el cuarto de las pelucas y ella aceptó. Para su sorpresa, allí había un modelo que llamó su atención y desde el principio supo que esa era, aun cuando se probó otras dos.

“El cabello es como el marco del rostro, además es algo personal, muy importante para mí. No gastaba grandes cantidades de dinero en mi cabello, me lo arreglaba yo misma, pero era muy feliz con él. Emocionalm­ente es difícil perder el cabello porque es algo tuyo. Cuando vi esta peluca me llamó la atención que tenía el mismo corte y el mismo color que yo tenía antes de perder el pelo. Maggie me dijo que me quedaba preciosa y la escogí. Cuando me la puse, me sentí yo otra vez”, menciona Giusti.

Algo similar le ocurrió a Daría Angarita, una mujer venezolana que desde hacer 13 años hizo de Puerto Rico su hogar y a quien en diciembre pasado le fue diagnostic­ado cáncer de seno.

Luego de negarse a someterse a la quimiotera­pia, tomó la decisión de hacerse el tratamient­o pero lo primero que le preguntó al doctor fue si se le iba a caer el pelo.

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La estilista Elizabeth Meléndez le da los últimos toques a la peluca de Ivette Giusti Bravo.

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