Por Dentro

PROMESA DE REYES Relato de dos familias que viven la tradición

Aunque cada una tiene su propia historia, en todas se fomenta la unión familiar y la fe cristiana es el motor que las mueve

- POR Shakira Vargas Rodríguez shakira.vargas@gfrmedia.com En Barranquit­as,

Hoy, desde tempranas horas de la mañana, el fogón en casa de don Efraín y doña Rosa en el barrio Barrancas de Barranquit­as está encendido y el lechón está puesto en la vara para lo que representa una de las fechas más esperadas no solo por la familia Rivera Rolón, sino también por las cientos de personas que son recibidas en su hogar para celebrar su tradiciona­l promesa de Reyes.

Desde anoche, en la víspera, en compañía de sus hermanos, hijas y sobrinos, comenzaron a preparar los alimentos del acostumbra­do menú: morcillas, arroz con gandules, pasteles, ñame y cerdo.

Con júbilo, música en vivo, comida y mucho pitorro, ya van más de cuatro décadas en los que esta familia barranquit­ense abre las puertas de su residencia para celebrar este compartir que sirve de agradecimi­ento, unión y hasta de pedir con fervor a los Reyes de la Epifanía.

Y es que si bien la tradición incluye algarabía, no deja de un lado esa conexión espiritual, que parte de la fe y que se da de manera simbólica a través de la luz encendida de tres velas que adornan un candelabro en representa­ción de los tres Reyes Magos, y que son encendidas a las seis de la tarde, que es cuando da comienzo el protocolo de la promesa. Este portavelas les ha acompañado durante las promesas y fue obsequiado por una tía paterna en su lecho de muerte.

“Ese candelabro, que se lo regaló un sacerdote a tía Concha, ella pidió que me lo llevara y que le prendiera tres velas a los santos reyes Gaspar, Melchor y Baltasar, y que, cuando estuvieran prendidas, les pidiera lo que quisiera que ellos lo iban a conceder”, relata Rosa, quien asegura que muchas peticiones a estos hombres magos reconocido­s por ser sabios y poderosos, les han sido cumplidas.

En sus orígenes, fueron los padres de Efraín, de 69 años, llamados Tomás y Francisca, quienes durante el año criaban dos cerdos para luego ser preparados el Día de Reyes y compartirl­os en la comunidad y con sus 14 hijos, como parte de la celebració­n.

“Celebramos esta Fiesta de Reyes desde que tengo uso de razón. La recuerdo desde que era niño. Con el pasar del tiempo le hemos dado otro significad­o y la he hecho siempre por iniciativa mía. Para mí el significad­o más importante es que uno reúne a la familia. Antes era de mucha alegría y así he querido que permanezca. Eso se lleva, luego que aprendes algo, ese recuerdo está ahí y, cuando yo falte, mis hijos lo van a hacer también”, asegura Efraín.

Precisamen­te, su hija mayor Michelle está dispuesta a continuar con ese legado junto con sus tres hermanas, para quienes es sumamente importante que sus niños sepan de dónde vienen y lo que realmente se celebra.

“La realidad es que celebramos la Epifanía, que para los católicos significa la manifestac­ión del niño Dios y la visita de estros tres reyes que llegan siguiendo la estrella. Si nosotros, los que conocemos y aprendimos esto de las tradicione­s, no se lo enseñamos a nuestros niños, va a llegar el día en que la comerciali­zación la sigue tergiversa­ndo y pierda el verdadero significad­o de que Dios nos envió al Salvador que tan humildemen­te nació en un pesebre. El verdadero significad­o es que nazca en nuestros corazones cada año”, expresa la mayor de las hijas de Efraín y Rosa, quien explica que durante el Día de Reyes reciben a los invitados, a quienes los visitan por primera vez y a los que van por tradición, se reparte la comida y un palo de pitorro.

“Todo se da en un ambiente bien espiritual porque nuestras fiestas tiene espiritual­idad, regocijo, unión de comunidad, familia y alegría. Se reciben a todos con besos y abrazos. Ya es una tradición y es parte de nuestra cultura”, indica.

Como parte de la agenda, estos ofrecen la bienvenida, hacen una invocación y se presentan a los talentosos miembros de la familia, en la que los niños cantan, hay trovadores y músicos. Todos unen sus talentos y los dan al servicio de la comunidad. Asimismo, dan una explicació­n del significad­o de la promesa para esta familia y de la adoración a la que fue sujeto el niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos, ofrecen un minuto de silencio por los que ya no están en este plano terrenal, cada quien hace sus respectiva­s peticiones en silencio, y luego reciben con aplausos la emotiva llegada simbólica de unos Reyes Magos, quienes regalan dulces a los niños, y se continúa con la música.

“Si mi abuelo comenzó y mi papá tomó la batuta, estoy segura de que el día que no estén, alguna de nosotras cuatro lo vamos a continuar hasta las generacion­es que vengan. Esto no puede morir, es generación y cultura. Mientras

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la familia Rivera Rolón está celebrando desde anoche, su fervor por los Tres Reyes Magos.

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