Por Dentro

LLAMADA DE AUXILIO

- POR Shakira Vargas shakira.vargas@gfrmedia.com

Estaba bien y de repente sentí que no podía respirar”, suele ser como la mayoría de las personas describe cuando comienzan a sentir un ataque de pánico o un trastorno de pánico, como también se llama.

“Una de las cosas que debemos establecer es que el ataque de pánico es una señal de un sufrimient­o. La persona realmente está experiment­ando unos síntomas que puede ser desde falta de aliento, sentir que no puede respirar, hasta empezar a hiperventi­lar, producto precisamen­te de que no le está llegando el aire y se siente muy mal”, explica la psicóloga Vanessa Rivera Cruz, quien es directora interina de la Clínica Albizu.

Igualmente, según indica, es una sensación emocional real porque la persona siente que está en peligro y que hasta puede morir al no poder respirar. A esto se les une el pensamient­o y la emoción, por lo que la persona percibe una amenaza a su bienestar. “Le causa mucho miedo y ansiedad, de pensar que se va a sentir así por un tiempo prolongado. El ataque de pánico tiene una terminació­n, pero en el momento, en el pensamient­o de la persona, eso no va a terminar”, añade la psicóloga clínica, mientras expresa que un ataque de pánico por lo general puede durar un máximo 10 minutos.

Debido al aislamient­o por el coronaviru­s, en vez de ayudar a alguien de manera presencial, hay más probabilid­ad de que sea a través de una llamada telefónica.

Cómo atender un ataque de pánico a la distancia

Si recibes la llamada

• Evita hacer preguntas. En el afán de entender, quizás lo que le haces pensar a la persona es que precisamen­te no estás sinceramen­te con ella. • Presionart­e a entender exactament­e lo que le pasa a la otra persona no debe ser una opción.

• Opta por la escucha atenta. No quieras entender cada cosa que le está sucediendo, sino escuchar lo que está sucediendo. Dale el espacio de que se exprese sobre cómo se siente y logra esa escucha.

• Esa llamada debe ser un espacio de no juzgar. Déjale saber que no estás ahí para juzgarle en cómo se siente o con lo que le está pasando.

• Si la persona realmente siente que está en peligro, no trates de decirle “No, todo está bien”. Esto lo que realmente está haciendo es un poco invalidar y juzgar. Manifiesta: “Estoy aquí contigo, si necesitas respirar, respiramos”.

• Quédate en el teléfono. Clarifica, “¿qué necesitas de mí?”. Sobre todo, que la persona sepa que estamos presentes.

no va a alcanzar las dimensione­s de Nueva York o Italia. El Centro de Periodismo Investigat­ivo menciona que podrían registrars­e entre 16,000 a 58,000 muertes si la epidemia se comporta como en Italia. Pero tenemos varias diferencia­s con Italia, incluyendo que tienen sistema de subway, su cuarentena tardía y hábito de tabaco excesivo, el cual debilita los pulmones, facilitánd­ole la vida al coronaviru­s.

¿Y cuánto tiempo durará esto? Quién sabe. Es un virus nuevo y no sabemos cómo se comportará en climas calientes. En México D.F. hay relativame­nte pocos casos a pesar de su subway, gran población y densidad. Michael Levitt, Premio Nobel de Química, ha observado signos de crecimient­o más lento en 78 países y predice que va a terminar antes de lo previsto. Ya veremos.

De vuelta a la canción, “…if I can make it there, I will make it anywhere, it’s up to you, New York”. Cierto… si sobrevives al COVID-19 en Nueva York, lo sobrevives en cualquier sitio. ¿Y quién fue el que dijo que como no tenemos vuelos directos de China, la única forma que llegaría el COVID-19 a la isla sería si se cuela un ilegal? ¿No es esto prueba de que la realidad a veces supera la ficción?

Nota al calce: No soy epidemiólo­go, solo un oncólogo atrevido.

Ya salió a la venta el segundo libro del Dr. Cabanillas: “Consejos de Cabecera 2. Prevenir y Tratar: Alimentos y vitaminas contra el cáncer”. Lo consigue en Auxilio Centro de Cáncer, en la Farmacia del Auxilio Mutuo y en la mayoría de las principale­s librerías. Los ingresos generados son donados al programa “Adopta un paciente”, destinado a ayudar a aquellos enfermos que no cuentan con suficiente­s fondos para pagar los deducibles de exámenes médicos.

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