¿CUÁN SERVIBLES SON LAS PRUEBAS RÁPIDAS?
Hace un par de días, el reconocido médico y locutor de CNN, Dr. Sanjay Gupta, criticó las llamadas pruebas rápidas o serológicas, alegando que la FDA recomendó no utilizarlas para diagnosticar COVID-19 porque los resultados no son fiables. A la misma vez insinuó que solo las pruebas moleculares son seguras.
Antes de proseguir, debo explicar que las pruebas moleculares están lejos de ser perfectas. Su mayor problema es la alta tasa de falsos negativos, que no es otra cosa que resultados negativos en pacientes que sí padecen de COVID-19. No obstante, su mayor virtud es la baja tasa de falsos positivos, lo cual quiere decir que cuando la prueba arroja un resultado positivo, es casi siempre correcto y la persona tiene la enfermedad.
Por otro lado, muchas de las pruebas serológicas padecen del problema opuesto: más falsos positivos que falsos negativos. En otras palabras, si la prueba da un resultado negativo, prácticamente siempre la molecular también arroja el mismo resultado, indicando que el paciente no tiene la enfermedad. Pero el momento en que se hace la prueba es crucial para poder interpretar el resultado, porque si la molecular se hace tarde durante la enfermedad, da erróneamente negativa, y si la serológica se hace demasiado temprano puede salir falsamente negativa.
El anticuerpo IgM es la primera respuesta a una infección. Un paciente promedio que acaba de desarrollar síntomas, tardará aproximadamente una semana en producir suficiente IgM para ser detectable. Ahora bien, el COVID-19 se comporta diferente… el IgM se produce más temprano que en las demás infecciones. Algunos casos ya tienen anticuerpos IgM detectables tan temprano como el primer día de los síntomas. El otro anticuerpo que evaluamos en la prueba rápida es el IgG, que usualmente tarda semanas en aparecer, pero en el COVID-19 también aparece mucho más temprano. Para el primer día de síntomas, la prueba molecular ya se torna positiva, pero siete días después ya empieza a desaparecer en muchos casos. Para descubrir una infección tempranamente, lo mejor es combinar la prueba serológica con la molecular. Entonces tendremos una tasa de detección del 98.6% dentro de los primeros 5 días de síntomas.
El siguiente caso es muy ilustrativo. Una paciente de 87 años se presentó a Sala de Emergencias con un cuadro de dificultad respiratoria y tos seca desde el día anterior. Negó haber experimentado fiebre, dolor muscular o diarrea. La tomografía de tórax (CT de pecho) demostró cambios pulmonares que consistían en opacidades tipo vidrio esmerilado, un cuadro muy típico del COVID-19. Su respiración estaba comprometida, requiriendo administración de altas concentraciones de oxígeno. La prueba rápida serológica fue positiva tanto para el anticuerpo IgM como para IgG, mientras que la prueba molecular fue negativa. Los marcadores de inflamación en sangre estaban muy elevados.
Considerando el cuadro clínico completo, incluyendo los resultados serológicos, síntomas y cambios radiológicos, se llegó a la conclusión de que la paciente sufría de COVID-19 con un riesgo alto de progresar a un fallo respiratorio severo. En el noveno día de enfermedad se comenzó el protocolo de tratamiento con cortisona. La paciente mejoró rápidamente, los marcadores de inflamación en sangre disminuyeron y el cuadro respiratorio mejoró significativamente. Si nos hubiésemos basado exclusivamente en la prueba molecular, esta paciente no se hutivos
El momento en que se hace la prueba es crucial para poder interpretar el resultado, porque si la molecular se hace tarde durante la enfermedad, da erróneamente negativa, y si la serológica se hace demasiado temprano puede salir falsamente negativa.