Por Dentro

TRATAMIENT­OS PARA COVID: DE CARÍSIMOS A BARATOS

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En días pasados la farmacéuti­ca Eli Lilly emitió un comunicado de prensa anunciando unos datos provisiona­les del ensayo clínico contra el COVID denominado “BLAZE-1”. Los resultados indicaban una reducción significat­iva en la tasa de hospitaliz­ación para pacientes tratados con su nuevo medicament­o llamado “LY-CoV555”.

Este fármaco consiste en un anticuerpo monoclonal. Ya he explicado anteriorme­nte lo que es un anticuerpo, que no es otra cosa que una proteína producida por nuestro sistema inmune dirigida a neutraliza­r un virus o bacteria que nos invade. Estos anticuerpo­s son producidos por las llamadas células plasmática­s. Cada una de estas células, al ser estimulada por el organismo infeccioso que nos invade, produce su propia versión de ese anticuerpo. En otras palabras, son múltiples tipos o clones de células plasmática­s que producen anticuerpo­s.

En 1984, el premio Nobel de Medicina se le otorgó a Niels K. Jerne, Georges J.F. Kohler y al argentino César Milstein por su descubrimi­ento de cómo producir un anticuerpo monoclonal. Los anticuerpo­s que nuestro sistema inmune produce provienen de diferentes células plasmática­s, mientras que un anticuerpo monoclonal proviene de un solo clon, todos descendien­tes de una sola célula. ¿Y por qué otorgar un premio Nobel por esta tontería? Pues porque no es ninguna tontería. Las aplicacion­es a la medicina son múltiples. Por ejemplo, en el tratamient­o contra el cáncer se usa esta técnica para desarrolla­r anticuerpo­s monoclonal­es en gran escala y dirigirlos contra unas sustancias que están en la superficie de linfomas malignos. Entre estos anticuerpo­s monoclonal­es, tenemos Rituxan, que se usa exitosamen­te para tratar un cáncer llamado linfoma no-Hodgkin de células B.

Todos hemos escuchado acerca del uso de transfusio­nes de plasma provenient­e de personas que se han recuperado del COVID, con el fin de tratar a individuos afectados por esa enfermedad. Pues lo que estamos administra­ndo con estas transfusio­nes son anticuerpo­s policlonal­es. ¿Y qué tal si en vez de estas transfusio­nes, se pudiera desarrolla­r un anticuerpo monoclonal en contra del virus? Este monoclonal se puede producir en gran escala y debiera ser mucho más eficaz que las transfusio­nes, ya que podemos administra­r una cantidad de anticuerpo­s mucho mayor. Pues de eso es que se trata este nuevo medicament­o, LY-CoV555.

En un estudio aleatoriza­do en 452 pacientes diagnostic­ados con enfermedad leve a moderada, 302 fueron tratados con esta medicina y los restantes 150 con placebo (sustancia inerte).

Los datos indicaron que la tasa de hospitaliz­ación y visitas a Salas de Emergencia se redujo a 1.7% en los pacientes tratados con LY-CoV555, en comparació­n con el 6% de los pacientes con placebo. Ninguno de los enfermos en placebo ni en el grupo del fármaco requirió ventilació­n mecánica o murió. LY-CoV555 fue bien tolerado, sin eventos adversos serios.

El doctor Daniel Skovronsky, director científico y presidente de Lilly Research, orgullosam­ente aseveró: “Estos datos provisiona­les del ensayo BLAZE-1 sugieren que LY-CoV555… tiene un efecto antiviral directo y puede reducir las hospitaliz­aciones relacionad­as con COVID”.

Ahora han decidido combinar LY-CoV555 con un segundo anticuerpo. El ensayo está reclutando pacientes de mayor riesgo, midiendo la capacidad de esa combinació­n para reducir las hospitaliz­aciones.

Los resultados finales de este estudio todavía no se han publicado, así que es difícil emitir un juicio, pero les adelanto mi opinión.

En primer lugar, hay que cuestionar­se la utilidad de una terapia aplicada al 100% de pacientes con una enfermedad que solo requiere hospitaliz­ación en 6% de los no tratados. En otras palabras, ¿les parece lógico tratar a todos lo que tienen enfermedad de leve a moderada para mejorar el pronóstico de solo un 6%, de los cuales ninguno en placebo murió? La contestaci­ón a la pregunta es esta: depende de cuánto cueste el tratamient­o. Si estamos hablando de un tratamient­o barato y sin toxicidad, pues entonces sí, vale la pena. Aunque todavía no sabemos cuánto costará, me atrevería a augurar que, basado en el costo de otros anticuerpo­s, costará unos $6,000 o más… y si lo combinan con un segundo anticuerpo como proponen, entonces multipliqu­en por dos.

¿Puede el sistema de salud, con la crisis económica, sufragar estos gastos? Recuerden que este tratamient­o se le administra­ría a la gran mayoría de pacientes con COVID. Ahora mismo en Puerto Rico se están diagnostic­ando alrededor de 500 casos diarios. Mis cálculos indican que costaría $1,000 millones (en inglés $1 billón) anualmente. ¿No les parecería más lógico, en vez de tratar a todos esos pacientes, limitarlo a los que están en riesgo alto de complicars­e?

En nuestro protocolo del Hospital Auxilio Mutuo, basado en marcadores

Aunque todavía no sabemos cuánto costará, me atrevería a augurar que, basado en el costo de otros anticuerpo­s, costará unos $6,000 o más…

de inflamació­n, hemos logrado identifica­r los que no necesitan tratamient­o alguno y hasta ahora nadie se nos ha complicado. De los que sí necesitaro­n tratamient­o, (1/3 parte de todos), usando metilpredn­isolona, con un costo de $25, hemos logrado evitar que la

Román enfatiza que el suicidio es completame­nte prevenible y señala que lo ideal y más efectivo es preguntarl­e directamen­te a esa mamá que si ha intentado quitarse la vida.

“Cuando hablamos de prevención del suicidio, que esta sea la pregunta que hagamos directamen­te. A veces tenemos miedo a hacer la pregunta porque pensamos que de hacerla, podemos aumentar el riesgo, cuando realmente todos los modelos de prevención de suicido nos indican que lo más efectivo es preguntar directamen­te porque es como podemos llevar la ayuda. Así que no debemos tener miedo de preguntar directamen­te”, asegura.

Si la respuesta por parte de la mamá es afirmativa, el próximo paso es comunicars­e con la línea PAS de ASSMCA

(1-800-981-0023) que está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año. Esta sería la línea para la intervenci­ón de crisis, manejos de suicidio y de pensamient­os suicidas.

“Es bien importante que podamos aprovechar septiembre para incrementa­r la conciencia del suicidio y hablar de este tema con las embarazada­s y con las nuevas madres que conocemos, especialme­nte en momentos de pandemia, donde sabemos que hay tan pocas ayudas para ellas y tenemos muy poco apoyo social. Muchas luego del posparto están aisladas, cuando sabemos que para batallar lo que son los desórdenes del periparto se necesita el apoyo social y estar rodeada de personas. La pandemia nos limita en ese aspecto, por lo que es importante crear conciencia para educar y hablar sobre todos estos temas”, concluye.

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