LA PREGUNTA NO ES SI VACUNARTE...
TNF, que desencadena la producción de moléculas proinflamatorias, las causantes de los síntomas en todos estos padecimientos. Los medicamentos en contra de TNF pueden suprimir el sistema inmune y a su vez atenuar la respuesta hacia la vacuna, lo cual significa que posiblemente no los protegerá tan bien como al resto de las personas.
En el caso del cáncer, la situación es todavía más compleja, porque el tumor como tal puede suprimir el sistema inmune de paciente. Esto depende en gran parte del tipo de cáncer y su extensión. Por ejemplo, un paciente con cáncer de próstata localizado, usualmente no está inmunosuprimido, pero uno con linfoma avanzado probablemente lo va a estar. Si añadimos a los diferentes tipos de cáncer el tratamiento utilizado para manejarlo, entonces se complica todavía más el panorama. Son tantos los tratamientos utilizados que es imposible discutirlos todos en esta columna, pero voy a mencionar dos que son importantísimos en cuanto a su potencial de interferir con la vacuna: los anticuerpos monoclonales conocidos como Rituxan y Obinutuzumab. Estos fármacos destruyen las células malignas que tienen en su superficie una proteína llamada CD20. Esta proteína también está presente en los “linfocitos B”, involucrados en la generación de los anticuerpos deseables cuando se inyecta una vacuna. El Rituxan se usa mayormente para tratar linfomas derivados de estos linfocitos B, cuando se tornan malignos, pero también se está usando para tratar algunas enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoidea y la púrpura trombocitopénica inmune (PTI) conocida en spanglish como “ITP”. Sabemos que en un 20% de los pacientes con PTI tratados con Rituxan, la respuesta a ciertas vacunas está ausente. Como la vacuna contra el COVID es nueva, no tenemos información de cómo los pacientes tratados con este fármaco se comportan. Tampoco sabemos cuánto tiempo dura esta posible interferencia con la respuesta inmune. Por tanto, desconocemos si en pacientes tratados hace 5 años o más, todavía persiste ese problema.
También tenemos los trasplantados de órganos y de médula ósea que toman medicamentos inmunosupresores para evitar el rechazo de órganos.
¿Cómo podemos determinar si ha funcionado bien la vacuna para el COVID en estos casos? Normalmente las personas vacunadas contra el COVID producen anticuerpos en contra de la proteína S del virus, y estos se pueden medir en la sangre con la “prueba rápida”. De hecho, si a usted le interesa saber si ha respondido bien a la vacuna puede hacerse la prueba rápida unas dos semanas después de la segunda dosis. Sin embargo, debo advertir que antes de hacérsela debe estar seguro de que la prueba que le hacen es para detectar la proteína S. Hace unos días me consultaron el caso de un joven vacunado que dio negativo en la prueba rápida, y estaba preocupado de que no hubiese funcionado bien la vacuna. Me puse a averiguar y encontré que la prueba que le habían hecho era para detectar el antígeno nucleocápsido y no la proteína S. Le repetí la prueba, usando la correcta, y entonces dio positivo. Luego me enteré de que algunos laboratorios no están informados de cual prueba es la que hacen.
En colaboración con el Dr. Javier Morales, estaremos comenzando pronto un protocolo para aclarar todas estas dudas. Nos proponemos medir la producción de anticuerpos en pacientes que reciben los medicamentos arriba mencionados, al igual que en casos con VIH que también están inmunosuprimidos por su enfermedad.
El problema estriba en que personas inmunosuprimidas no fueron incluidas en los ensayos clínicos de las vacunas de Pfizer y Moderna, pero no podemos darnos el lujo de esperar los resultados de nuestro protocolo. Mientras tanto, ¿se deben vacunar estos pacientes contra el COVID? La respuesta es sí. Aunque todavía no hay datos sobre la eficacia de esas vacunas, deben ser seguras para esas personas, aunque pueden ser algo menos eficaces.
Por otro lado, tenemos el problema adicional de las personas muy mayores, los que el artista Toño Martorell ha denominado como “superadultos”. En Noruega están investigando la muerte de 23 pacientes de edad muy avanzada que habían recibido la vacuna de Pfizer. Están examinando la posibilidad de que las reacciones adversas a la inyección puedan haber contribuido a un desenlace fatal en algunos de ellos. Los efectos secundarios de la vacuna son raros y, por lo general, leves, pero pueden incluir fiebre y náuseas, que podría ser peligrosos en pacientes muy enfermos y frágiles. Tras las muertes, el Instituto Noruego de Salud Pública actualizó su guía de vacunación. Las nuevas guías opinan que los médicos deben evaluar a esos pacientes individualmente para determinar si los beneficios de la vacunación superan los riesgos de posibles efectos secundarios.
Cómo habrán visto, mucho de lo que expongo son datos y también opiniones. No debe usted confundir las opiniones con los datos. En otras palabras, no haga como la mujer que le dijo a la báscula: esa será su opinión y la respeto, aunque no siempre la comparto.