EL AMOR QUE SANA
Conoce la historia de la niña María Isabel Aquino, quien fue diagnosticada con un tumor en el riñón, y cómo lo superó junto a su padre
El final del verano ya había pasado, esa fecha que siempre recordará por haber perdido a su madre de una manera súbita. Apenas tenía 6 años y cursaba el primer grado, no habían transcurrido ni siquiera dos meses de ese suceso cuando María Isabel Aquino comenzó a mostrar fiebre y dolor en el lado izquierdo de su pequeño torso.
Los estudios arrojaron que un tumor Wilms había sido localizado en su riñón izquierdo. Este tipo de cáncer de riñón poco frecuente afecta principalmente a los niños -de acuerdo con Mayo Clinic-, y también es conocido como nefroblastoma.
“Cuando los médicos hablaron conmigo todo se me cayó encima. Me tocó a mí, yo no sé nada de esto, pensé”, recuerda hoy su padre Wilson Aquino Méndez, quien se quedó con la custodia de su hija, mientras narraba el difícil proceso de enterarse de su padecimiento de cáncer y de que tenía que ser operada de inmediato para extraerle el riñón, así como los riesgos que todo este proceso quirúrgico conllevaba.
Agradecido de Dios dijo estar al saber que el tumor, que pesó cuatro libras, se encontraba encapsulado. No obstante, de ahí en adelante comenzaba todo un camino por recorrer que incluyó seis radioterapias y más de un año de quimioterapias, con algunas largas estadías en el Hospital Pediátrico Universitario, en San Juan, por algunas infecciones, caída de plaquetas y varias transfusiones de sangre.
“Le dieron todas las quimios y las pudo soportar. Nunca me la tumbaron. Pasamos por un proceso que no se lo deseo a nadie, fue bien fuerte”, reconoce el hombre de 46 años, quien tuvo que dejar de trabajar para hacerse cargo de la niña. A la vez, resaltó la importancia del apoyo de su familia y de la tía materna de María Isabel, Carmen Ra