NOS TENEMOS
Madres comparten testimonios sobre cómo ha sido su maternidad en el pasado año
La maternidad es un proyecto que la mayoría de las mujeres abrazamos con el amor, la esperanza y la energía que supone darle vida y acompañar en la crianza a otro ser humano. Sacrificamos nuestros espacios físicos y emocionales, nuestro sueño y, a veces, nuestras aspiraciones individuales, para darle paso a esa nueva travesía. El 15 de marzo del 2020, nos movieron el piso. Lo que había sido nuestra vida y nuestra maternidad se transformó. Vimos cómo nuestras casas, un espacio a veces poco frecuentado por el ajoro del día a día, se convirtieron en el centro de todo y, con eso, nosotras nos convertimos en proveedoras de casi todo.
Me atrevo a decir que en el pasado año he atravesado todas las etapas. La incertidumbre por la salud, combinada con la euforia de estar todos en casa. El miedo por la seguridad de mi familia. La felicidad de atestiguar cómo mi hijo, entonces de 1 año y 8 meses aprendía a comer, a saltar, a nombrar cada vez más cosas. La paz de escuchar, mientras trabajo, a mi hija intentar una y otra vez una nueva canción de piano o guitarra. La alegría de cocinar o de probar alguna receta. La oportunidad de ejercitarme. La incertidumbre. La ansiedad por no tener un cuido que se ajuste a mis horarios de trabajo. La esperanza con la vacuna. El temor de exponerme o a los míos. El desgaste emocional.
En estos días, comprendí que ese agotamiento tiene una explicación. Llevo un año en jornadas que no terminan, entre mis tareas profesionales, las del hogar y las necesidades de mis hijos -dos tareas que comparto con mi esposo. Casi todo, en el espacio en que antes encontraba paz y descanso. Y, aún así, reconozco que soy afortunada de poder estar en la casa.
Ese desgaste físico y emocional que vivimos muchas madres ya ha sido estudiado preliminarmente en Estados Unidos, donde se estima que al menos 1 millón han tenido que renunciar a sus trabajos por la falta de cuido o atención para sus hijos. Incluso, se habla de un retroceso de décadas en los avances de las mujeres en la fuerza laboral.
También pudiera tener un origen cultural por las presiones que nos imponemos, explica la doctora Arlene Martínez Nieto, siquiatra de adultos, niños y adolescentes con práctica de más de 22 años. “Muchas de nosotras no estamos cómodas con el ocio, no estamos cómodas con bajar velocidad, (con entender) que no todo tiene que estar perfecto, que la casa no tiene que estar impecable”, comenta.
Por eso, como profesional y madre de cuatro niñas, Martínez Nieto invita a ver este contexto como una oportunidad para replantearnos esos estándares y aumentar nuestra tolerancia a la incertidumbre, pues la maternidad misma es una de las experiencias más inciertas que vivimos. “Mi invitación siempre es a que haya una reestructuración de tus pensamientos. No es engañarse, ni positivismo hueco. Es que despertemos a una realidad de que no tenemos control sobre muchas de las cosas que están pasando, pero sí podemos trabajar con nuestro estado mental, nuestra actitud y nuestra percepción de lo que está ocurriendo. Ahora más que nunca celebrar cómo nosotras las madres nos estamos confrontado con eso que es la impermanencia de las cosas, lo transitorio de todo”, explica la doctora, quien reitera en la importancia de ser flexibles.
“Estábamos siendo esclavas de lo que la sociedad nos imponía y, en ese sentido, esta es una oportunidad de romper esas cadenas”, dice la especialista que además brinda servicios en San Juan Capestrano.
Igualmente, es una oportunidad para mirarnos, como colectivo, entender nuestra experiencia y la de nuestras hermanas, amigas, vecinas, compañeras. Compartir nuestras inquietudes, apoyarnos, saber que no estamos solas, que “nos tenemos”.