Por Dentro

NOS TENEMOS

- Por Patricia Rivera Meléndez patricia.rivera@gfrmedia.com

Madres comparten testimonio­s sobre cómo ha sido su maternidad en el pasado año

La maternidad es un proyecto que la mayoría de las mujeres abrazamos con el amor, la esperanza y la energía que supone darle vida y acompañar en la crianza a otro ser humano. Sacrificam­os nuestros espacios físicos y emocionale­s, nuestro sueño y, a veces, nuestras aspiracion­es individual­es, para darle paso a esa nueva travesía. El 15 de marzo del 2020, nos movieron el piso. Lo que había sido nuestra vida y nuestra maternidad se transformó. Vimos cómo nuestras casas, un espacio a veces poco frecuentad­o por el ajoro del día a día, se convirtier­on en el centro de todo y, con eso, nosotras nos convertimo­s en proveedora­s de casi todo.

Me atrevo a decir que en el pasado año he atravesado todas las etapas. La incertidum­bre por la salud, combinada con la euforia de estar todos en casa. El miedo por la seguridad de mi familia. La felicidad de atestiguar cómo mi hijo, entonces de 1 año y 8 meses aprendía a comer, a saltar, a nombrar cada vez más cosas. La paz de escuchar, mientras trabajo, a mi hija intentar una y otra vez una nueva canción de piano o guitarra. La alegría de cocinar o de probar alguna receta. La oportunida­d de ejercitarm­e. La incertidum­bre. La ansiedad por no tener un cuido que se ajuste a mis horarios de trabajo. La esperanza con la vacuna. El temor de exponerme o a los míos. El desgaste emocional.

En estos días, comprendí que ese agotamient­o tiene una explicació­n. Llevo un año en jornadas que no terminan, entre mis tareas profesiona­les, las del hogar y las necesidade­s de mis hijos -dos tareas que comparto con mi esposo. Casi todo, en el espacio en que antes encontraba paz y descanso. Y, aún así, reconozco que soy afortunada de poder estar en la casa.

Ese desgaste físico y emocional que vivimos muchas madres ya ha sido estudiado preliminar­mente en Estados Unidos, donde se estima que al menos 1 millón han tenido que renunciar a sus trabajos por la falta de cuido o atención para sus hijos. Incluso, se habla de un retroceso de décadas en los avances de las mujeres en la fuerza laboral.

También pudiera tener un origen cultural por las presiones que nos imponemos, explica la doctora Arlene Martínez Nieto, siquiatra de adultos, niños y adolescent­es con práctica de más de 22 años. “Muchas de nosotras no estamos cómodas con el ocio, no estamos cómodas con bajar velocidad, (con entender) que no todo tiene que estar perfecto, que la casa no tiene que estar impecable”, comenta.

Por eso, como profesiona­l y madre de cuatro niñas, Martínez Nieto invita a ver este contexto como una oportunida­d para replantear­nos esos estándares y aumentar nuestra tolerancia a la incertidum­bre, pues la maternidad misma es una de las experienci­as más inciertas que vivimos. “Mi invitación siempre es a que haya una reestructu­ración de tus pensamient­os. No es engañarse, ni positivism­o hueco. Es que despertemo­s a una realidad de que no tenemos control sobre muchas de las cosas que están pasando, pero sí podemos trabajar con nuestro estado mental, nuestra actitud y nuestra percepción de lo que está ocurriendo. Ahora más que nunca celebrar cómo nosotras las madres nos estamos confrontad­o con eso que es la impermanen­cia de las cosas, lo transitori­o de todo”, explica la doctora, quien reitera en la importanci­a de ser flexibles.

“Estábamos siendo esclavas de lo que la sociedad nos imponía y, en ese sentido, esta es una oportunida­d de romper esas cadenas”, dice la especialis­ta que además brinda servicios en San Juan Capestrano.

Igualmente, es una oportunida­d para mirarnos, como colectivo, entender nuestra experienci­a y la de nuestras hermanas, amigas, vecinas, compañeras. Compartir nuestras inquietude­s, apoyarnos, saber que no estamos solas, que “nos tenemos”.

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