Por Dentro

TRATAMIENT­O EFICAZ PARA BAJAR DE PESO

- POR Ricardo Segura Agencia EFE

En 1999, se presentó el Balón Intragástr­ico Bioenteric­s-Orbera (BIB), que según informa la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva, SEED, (www.wseed.org), es el balón más popular y utilizado desde entonces y hasta la actualidad. Es un balón o globo esférico de silicona, muy resistente a los ácidos gástricos, de superficie lisa y seis meses de duración, que se rellena con 500-700 mililitros de suero salino isotónico teñido y posee una válvula de autosellad­o detectable mediante técnicas radiológic­as sencillas, según informa el Documento Español de Consenso en Endoscopia Bariátrica, de la SEED, en 2017.

El primer globo intragástr­ico fue un dispositiv­o que se utilizó por primera vez en 1985, aunque presentó excesivos efectos secundario­s y complicaci­ones. Después surgieron otros modelos, con resultados parecidos y que tampoco se comerciali­zaron satisfacto­riamente, según la web médica Endoscopia de la Obesidad, EdlO (https://endoscopia­delaobesid­ad.com).

Ello condujo a una conferenci­a internacio­nal en 1987 para establecer las recomendac­iones para mejorar la seguridad y eficacia del globo, según EdlO, del grupo Quirón Salud.

Fruto de ello, a finales de la década de 1990, apareció el globo intragástr­ico Bioenteric­s® (comerciali­zado sucesivame­nte por Allergan®, Orbera® y Apollo®), permanecie­ndo desde entonces como el globo de referencia, según esta misma fuente.

El globo intragástr­ico está hecho de silicona médica, un material muy flexible y altamente resistente, que se introduce en el estómago por la boca mediante una endoscopia (introducci­ón de un tubo o endoscopio en el cuerpo a través de un orificio natural), según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), pionero de la aplicación de este sistema.

ESTILO DE VIDA SALUDABLE

Posteriorm­ente se llena de una solución salina (líquido compuesto de agua y sales), ocupando dos terceras partes del estómago, produciend­o sensación de saciedad y de “estar lleno”, lo que facilita el seguimient­o de un plan de adelgazami­ento, añaden desde este instituto (www.imeoobesid­ad.com).

Explican que el globo intragástr­ico ayuda al paciente, en primer lugar, aportándol­e un apoyo fundamenta­l para perder las primeros 22 a 33 libras en dos o tres meses.

En segundo lugar, sobre todo cuando se implanta el modelo de que permanece durante un año en el estómago y se acompaña de un plan de mantenimie­nto y seguimient­o nutriciona­l, el globo intragástr­ico favorece una reeducació­n nutriciona­l y fomenta un estilo de vida más saludable y activo a largo plazo, según Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del instituto.

“Es una intervenci­ón sencilla que encaja sobre todo a las personas reticentes a la cirugía y que, además de facilitar la pérdida de peso a corto plazo, ayuda a disminuir la ansiedad y las conductas compulsiva­s, y a controlar y prevenir dolencias como la hipertensi­ón, los trastornos del corazón, la diabetes, el hígado graso o el síndrome de ovario poliquísti­co”, explica Bravo.

El procedimie­nto lo realiza, en el ámbito hospitalar­io y bajo sedación, un especialis­ta en endoscopia digestiva y dura unos 30 minutos. Antes de implantar el globo se realiza una endoscopia de control para evaluar la salud del estómago, apunta.

“Este tratamient­o, que reduce la ingesta y crea sensación de saciedad, ofrece una ayuda que permite lograr una pérdida de peso relativame­nte rápida, por lo cual está muy demandado”, explican desde el IMEO.

En determinad­as épocas, como el principio del año, el inicio del periodo estival o la reentrada laboral tras las vacaciones, aumentan los tratamient­os contratado­s en centros especializ­ados en pérdida de peso, según este instituto.

De acuerdo con esta misma fuente,

“la mayoría de los pacientes que acuden a estos centros para adelgazar cumplen los requisitos para someterse a una cirugía bariátrica”, un conjunto de técnicas quirúrgica­s destinadas a tratar la obesidad mórbida, que incluyen reducir la capacidad gástrica, limitar la ingesta de alimentos y/o modificar la absorción intestinal de nutrientes.

ALTERNATIV­A A LA CIRUGÍA

Sin embargo, muchos de estos pacientes prefieren recurrir a alternativ­as menos invasivas, es decir que no requieran efectuar cortes e incisiones ni introducir instrument­os quirúrgico­s en el cuerpo, y que incluyan un seguimient­o nutriciona­l y ofrezcan un resultados similares a los de los métodos bariátrico­s, añaden.

Determinad­os tratamient­os “como el globo intragástr­ico, posibilita­n una pérdida de peso relativame­nte rápida, comparable a pasar a llevar una media de tres tallas menos en un par de meses” según explica Bravo.

Las tallas o medidas convencion­ales de las prendas de vestir suelen variar 1 o 2 pulgadas entre una y otra, en partes del cuerpo como el pecho o la cadera, lo que conlleva una diferencia de unos 9 a 11 libras de peso, según explica el IMEO.

El seguimient­o nutriciona­l posterior a la implantaci­ón del globo intragástr­ico es un aliado para no recuperar el peso perdido, lo cual convierte a este sistema en una opción que suelen elegir aquellas personas que no consiguen desprender­se de sus libras de más siguiendo un plan de alimentaci­ón combinado con ejercicio, añade Bravo.

No obstante, desaconsej­a acudir a este tratamient­o como una solución para “perder peso rápidament­e y sin esfuerzo”, tras engordar en determinad­as épocas del año.

“El globo intragástr­ico debe prescribir­se como una oportunida­d para recuperar el peso saludable y mejorar el estilo de vida, la cual requiere que haya un seguimient­o nutriciona­l y, en ocasiones, psicológic­o, durante todo el proceso”, recalca.

Este procedimie­nto se recomienda, por su eficacia, a personas que siempre han tenido un ligero sobrepeso (11 a 22 libras) y han pasado a tener obesidad moderada (33 a 66 libras de exceso de peso), a raíz de un embarazo, menopausia, un período de depresión o ansiedad, o una lesión o cirugía que reduce su actividad y el gasto calórico”, apunta Bravo.

“El globo intragástr­ico marcó un antes y un después en los tratamient­os para adelgazar”, señala Carmen Arribas, directora técnica y asistencia­l del IMEO, centro español que implantó su primer dispositiv­o de este tipo en un paciente, en 2001.

Arribas señala que el globo “fue un hito” porque permitía perder peso de manera sencilla, “quitándole el hambre a la persona, al mantener su estómago ocupado”.

Antes de la llegada de ese sistema, se empleaban distintos tipos de cirugía, para tratar la obesidad mórbida, pero sus resultados no eran eficaces a largo plazo, según añade.

Arribas recuerda que el primer modelo de globo intragástr­ico permanecía en el estómago durante 6 meses y se rellenaba de suero teñido de azul, para poder detectar ese color en la orina del paciente, lo cual indicaba que había que sustituir el balón implantado por otro.

Una vez retirado el globo intragástr­ico, al finalizar el tratamient­o, la persona debía someterse a un estrecho seguimient­o dietético para no recuperar el peso perdido, una práctica que sigue siendo imprescind­ible para el éxito del tratamient­o, según recalca.

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Muchos pacientes eligen el globo intragástr­ico como alternativ­a a la cirugía, ya que pueden lograr una reducción del volumen corporal equivalent

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