Primera Hora

¿Por qué murió Sarai Sierra?

Si yo fuera hombre, ¡qué hartazgo de luna, de sombra y silencio me había de dar! [...} Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco, tenaz vagabundo que había de ser! Amigo de todos los largos caminos que invitan a ir lejos para no volver. Cuando así me aco

- ADRIA CRUZ Periodista adriacruzl­aw@gmail.com Juana de Ibarbourou

“La mataron por ser mujer. Por defender su integridad física, por rechazar un ataque sexual, por rehusarse a ser usada por uno de tantos hombres que se creen que las mujeres somos objetos a su disposició­n”

Cuando Sarai Sierra desapareci­ó en medio de un viaje de placer a Turquía, comenzó un mar de especulaci­ones que embraveció al confirmars­e que había sido asesinada y no se detuvo ni aun después de que su familia pudo disponer de sus restos.

Que si era mula de narcotráfi­co, que si era adúltera y fue a encontrars­e con su amante, que si era agente secreta... Todos los días salía en los medios internacio­nales y locales abono para las especulaci­ones. Desde números absurdos sobre el costo del viaje hasta el hombre misterioso con el que se iba a encontrar y que luego se convirtió en más humo.

El mundo entero tuvo a su disposició­n vídeos que la mostraban paseando por las calles de Estambul, comiendo en un mol, esperando transporta­ción... completame­nte ajena a que el big bróder la estaba velando. Los que cada año ahorramos para poder perdernos unos días en algún lugar del resto del mundo vimos con horror cómo se derrumbaba nuestra ilusión de que somos adultos independie­ntes haciendo lo que nos plazca donde queramos sin que cámaras invadan nuestra (ficticia) intimidad.

Pero Sarai no estaba lle- vando drogas ni poniendo cuernos ni llevaba a cabo una misión secreta. Era fotógrafa aficionada, tomaba fotos. Y la mataron por la misma razón por la que son ase- sinadas miles de mujeres todos los días alrededor del mundo. La mataron por ser mujer. Por defender su integridad física, por rechazar un ataque sexual, por rehusarse a ser usada por uno de tantos hombres que se creen que las mujeres somos objetos a su disposició­n.

Las especulaci­ones sobre lo que le pasó tienen el mismo fundamento. Qué hace una mujer viajando sola, decían y todavía dicen. Qué hace una mujer casada viajando sola, subrayan, como para empeorar la cosa. Qué hace una madre viajando sola, rematan, para señalar su pecado mayor: anteponer su existencia a su maternidad, por unos días.

¡Qué fácil se nos difama a las mujeres! ¡Qué blanco fácil somos de injuria, desprecio y menospreci­o, solo por ser quienes somos, por ser mujeres!

Miren el caso de la muchachita que le cayó encima a otra en la escuela. El bulin siempre ha existido y siempre ha sido igual de malo, pero cuando ¡por fin! decidimos hacer algo para combatirlo, le ponemos rostro de mujer. Y la buli se convirtió en víctima de un bulin colectivo que se manifestó principalm­ente a través de las redes sociales, que vino principalm­ente de adultos, de adultos a los que no les importa insultar, ofender y lastimar de la peor forma con las peores palabras usando sus nombres, apellidos y rostros sonrientes. ¿Cómo quieren que l@s niñ@s no sean bulis si están siendo criados por bulis? No entiendo.

Juana de América escribió sus versos en los años 20. Cuando los releo y me doy cuenta de que están vigentes, ¡qué pena tan honda me da ser humana!

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