Primera Hora

HABLEMOS DE MACHINAS

“¿Quién no se ha montado en la silla voladora (como en Hormiguero­s)? Tan pronto te sientas miras las cadenas y tú crees que se van a partir”

- COMO HEMOS GOZA’OO RAYMOND ARRIETA / COMEDIANTE ray@prtc.net

La semana pasada salió una noticia que me dejó los pelos de punta: “TERROR EN LA SILLA VOLADORA”. Decía que en Hormiguero­s se soltaron unos cables de la silla voladora y unos niños quedaron colgando para no caerse. La noticia decía que dos niños salieron lastimados, pero que gracias a Dios estaba terminando la ronda y había bajado la intensidad de la machina. Aun así la máquina dio cuatro vueltas más y los niños que colgaban solo de un cable gritaban “¡Paren la máquinaaaa­a”!. Al final, resultaron heridas unas cinco personas entre menores y adultos.

Esta noticia me hizo recordar los tiempos que junto a mis hermanas íbamos a la feria. ¿Quién no tenía miedo de alguna machina? ¿Quién no pensaba “¿y si se rompe y me caigo?”. Todos estos temores pasaban por mi mente antes de montarme, incluso hasta en la fila, cuando leía el mensaje “Si sufre de mareo o alta presión no le recomendam­os esta atracción”. Yo al leerla ya sentía todos esos síntomas. Claro, que cuando uno es pequeño no le da importanci­a a esto pues lo único que uno quiere es ser más grande que el payaso que dice la estatura apta para montarte.

Recuerdo una vez que en la fila del Barco Pirata había una señora al lado mío que estaba convencien­do al esposo a que se montara porque eso era como un columpio, pa’lante y pa’trás. Tanto insistió hasta que finalmente lo convenció. ¿Saben cuál fue el resultado? A la tercera subida del Barco Pirata la señora se orinó encima. Se podrán imaginar el mal rato pues la atracción estaba comenzando.

Recuerdo el Super Himalaya, que era como un gusano; primero corría pa’lante y luego iba como la canción de Juan Luis Guerra, en reversa. Solamente cabían tres personas en el carrito y una vez nos montamos cuatro. Mire mi hermano, cuando comenzó a dar vueltas el carro y con la música “a to’ jender” yo quedé aplastado en la esquina del carrito y mientras más gritábamos que parara, más rápido le daba el machinero. ¿Por que será que mientras más uno grita para que paren más duro le dan?

¿Quién no se ha montado en la silla voladora (como en Hormiguero­s)? Tan pronto te sientas miras las cadenas y tú crees que se van a partir. Siempre hay uno que mientras das vuelta trata de coger al que está al frente o si no se pasan tirando “chiclets” a la gente.

El gusano es una de las machinas más famosas de las fiestas patronales pues es donde los noviecitos se besaban. Aprovechab­an cuando el gusano se tapaba para darse el besito. Lo malo era que siempre tenía el forro roto y te veían. También existía el temor de que apareciera una cucaracha.

Les voy a ser sincero: nunca me monté en la Caja de Muerto pues tenía miedo de salir volando. Lo que sí recuerdo son los avioncitos de San Patricio en Feliciland­ia y la Montaña Rusa Goya. Recuerdo que te tenías que sentar en el segundo carrito pues el muñeco de Goya no te dejaba ver hacia el frente.

Existen machinas más seguras como los caballitos, pero hay personas que ni en esa se montan pues se marean. Lo mismo pasa con la Estrella, pero esa asusta más, no cuando sube, pero sí cuando baja. Ahí también el machinero se ríe si tú le dices que pare, eso como que lo excita... y como casi todos son americanos pues no te entienden.

Así que la próxima vez que te montes y quieras parar grita: “Stop, please!”, aunque él se ría y le dé más duro. Por lo menos te va a entender. ¡Bendición!

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