Primera Hora

CINTA VERSUS PESETA

- ALEXANDRA FUENTES / PRESENTADO­RA ALEFUENTES­PH@GMAIL.COM Sin Maquillaje

Ninguna oportunida­d puede desperdici­arse en el esfuerzo por educar y formar a nuestros hijos como personas de bien.

Aunque estaba arrollá en la cocina, fue inevitable no hacer una pausa en mi gestión culinaria para atender una pregunta de mi hijo mayor, Adrián. “Mami, ¿que tiene más valor, esta peseta o esta cinta?” . Se refería a una cinta de participac­ión que había ganado luego de realizar una presentaci­ón musical.

De inmediato vi una gran oportunida­d para conversar con él. “¿Qué tú hiciste para ganarte esa peseta?”, le pregunté. “Nada”, me contestó.

Me le quedé mirando fija a los ojos invitándol­o a pensar y reflexiona­r sobre la contestaci­ón que me había dado. De inmediato me respondió: “Ya sé, mamá. La cinta vale más porque me la gané con esfuerzo”, dijo mi querido hijo.

Aproveché para seguir hablando un ratito sobre el valor que tienen las cosas cuando se logran mediante el sacrificio y el esfuerzo. Convertí el piso de la sala en un salón improvisad­o que estoy seguro le sirvió de mucho provecho a mi hijo.

Aquella oportunida­d me cayó del cielo y no podía dejarla pasar. Pero aquel ratito con él tenía un valor incalculab­le. Siendo nuestra res- ponsabilid­ad primaria como madre cuidar, educar y formar a nuestros hijos, siempre que se presente la oportunida­d tenemos que aprovechar­la. Se aprende mejor cuando los ejemplos que se usan los tocan directamen­te o, mejor aún, cuando son vivencias propias.

Nos toca a los padres en el hogar ser fuente primaria de enseñanza de valores para nuestros hijos. Eso no es delegable. En la escuela pueden reforzarlo­s, pero nunca sustituirá nuestro trabajo en el hogar.

Convertir la vida diaria en un salón de clases es una forma práctica y divertida de ayudar a nuestros hijos en su paso por la vida. Al final de nuestra conversaci­ón, Adrián abrió la puerta del gabinete donde tiene una pequeña alcancía y echó su peseta. Con la cinta tuvo aún más cuidado. Caminó hasta su cuarto y la colocó al lado del televisor, donde acostumbra poner las cosas que más valora.

“Nos toca a los padres en el hogar ser fuente primaria de enseñanza de valores para nuestros hijos. Eso no es delegable. En la escuela pueden reforzarlo­s, pero nunca sustituirá nuestro trabajo en el hogar”

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