CINTA VERSUS PESETA
Ninguna oportunidad puede desperdiciarse en el esfuerzo por educar y formar a nuestros hijos como personas de bien.
Aunque estaba arrollá en la cocina, fue inevitable no hacer una pausa en mi gestión culinaria para atender una pregunta de mi hijo mayor, Adrián. “Mami, ¿que tiene más valor, esta peseta o esta cinta?” . Se refería a una cinta de participación que había ganado luego de realizar una presentación musical.
De inmediato vi una gran oportunidad para conversar con él. “¿Qué tú hiciste para ganarte esa peseta?”, le pregunté. “Nada”, me contestó.
Me le quedé mirando fija a los ojos invitándolo a pensar y reflexionar sobre la contestación que me había dado. De inmediato me respondió: “Ya sé, mamá. La cinta vale más porque me la gané con esfuerzo”, dijo mi querido hijo.
Aproveché para seguir hablando un ratito sobre el valor que tienen las cosas cuando se logran mediante el sacrificio y el esfuerzo. Convertí el piso de la sala en un salón improvisado que estoy seguro le sirvió de mucho provecho a mi hijo.
Aquella oportunidad me cayó del cielo y no podía dejarla pasar. Pero aquel ratito con él tenía un valor incalculable. Siendo nuestra res- ponsabilidad primaria como madre cuidar, educar y formar a nuestros hijos, siempre que se presente la oportunidad tenemos que aprovecharla. Se aprende mejor cuando los ejemplos que se usan los tocan directamente o, mejor aún, cuando son vivencias propias.
Nos toca a los padres en el hogar ser fuente primaria de enseñanza de valores para nuestros hijos. Eso no es delegable. En la escuela pueden reforzarlos, pero nunca sustituirá nuestro trabajo en el hogar.
Convertir la vida diaria en un salón de clases es una forma práctica y divertida de ayudar a nuestros hijos en su paso por la vida. Al final de nuestra conversación, Adrián abrió la puerta del gabinete donde tiene una pequeña alcancía y echó su peseta. Con la cinta tuvo aún más cuidado. Caminó hasta su cuarto y la colocó al lado del televisor, donde acostumbra poner las cosas que más valora.
“Nos toca a los padres en el hogar ser fuente primaria de enseñanza de valores para nuestros hijos. Eso no es delegable. En la escuela pueden reforzarlos, pero nunca sustituirá nuestro trabajo en el hogar”