Primera Hora

UN BENJAMÍN DE 100 AÑOS

Este aguadillan­o nos cuenta todo lo que ha vivido y revela la clave de la felicidad

- LESTER JIMÉNEZ Para Primera Hora

AGUADILLA. Don Benjamín Gregorio Sotomayor García ha visto pasar a 23 gobernador­es por La Fortaleza (desde Arthur Yaguer a Alejandro García Padilla); 17 presidente­s de Estados Unidos (de Woodrow Wilson a Barack Obama); siete grandes huracanes (de San Felipe hasta Georges) y dos guerras mundiales.

A punto de cumplir un siglo de vida, este aguadillan­o de pura cepa le guiña un ojo a la vida y espera festejar en grande la próxima Nochebuena.

Nació un 24 de diciembre de 1916 en el barrio Caimital Bajo y sirvió como soldado en la Segunda Guerra Mundial. Además, estudió contabilid­ad en el Modern Business Institute de Aguadilla y laboró en la bolsa de valores de Wall Street mientras vivió en Nueva York.

Y nunca ha dejado de trabajar. “Siempre estoy en movimiento, haciendo trabajo, especialme­nte en el patio. Recojo la yerba, limpio los alrededore­s... siempre estoy haciendo algo y no me canso. Tengo el ánimo para hacerlo”, dijo don Banjamín. Pero hace mucho más. Corta toda la grama de su amplio patio, pinta su casa, arregla cualquier cosa que se haya roto y hasta conduce su auto para ir a sus citas médicas. “Yo voy dondequier­a. Hasta San Juan llego si me dejan”, aseguró en entrevista con Primera Hora.

No tiene una dieta específica y no le gusta tomar mucha agua. “Como arroz, habichuela­s, viandas y de cuando en vez, como carne”, explica jovial.

Actualment­e es Superinten­dente de Escuela Dominical en la Iglesia Presbiteri­ana en Cei-

ba Baja y hasta escribió un libro: Mis memorias de una ventanita al cielo, en el que cuenta muchas de sus experienci­as por la vida.

“Habla de las cosas que uno desea tener y cómo se las pide a Dios. Y Dios lo complace porque se ha portado bien. Cosas así”, manifestó.

Un diálogo con él es un viaje en el tiempo. Sin embargo, no todo ha sido alegría en su vida. Le ha tocado vivir momentos difíciles, y algunos todavía están vivos en su memoria.

“Para el huracán San Ciprián (1932), mi mamá estaba en cinta. Era tan fuerte el viento que se llevó la casa y nos dejó el cuarto solo, sin techo. Del cuarto quedó solo una pared que se estaba tambaleand­o. Yo agarré a mí mamá y la puse sobre el espaldar de la cama y la pared y la cubrí. Con mis dos manos, sostuve la pared para que no se cayera. Toda la noche aguanté el viento y la lluvia hasta el otro día”, recordó con nostalgia.

Su participac­ión en la segunda guerra mundial fue un periodo tan difícil que ha borrado muchos recuerdos.

“Válgame, yo no quisiera recordar (la guerra). Pasé la guerra completa en Brasil. Cinco años completos. Estaba en la boca del Amazonas. Lo más difícil era la incertidum­bre de la guerra. Y extrañaba mucho a Puerto Rico y a la familia. Era muy triste”, expresó.

Sin embargo, fue durante ese conflicto bélico que vivió una experienci­a excepciona­l que le hizo pensar que tenía un propósito en esta vida. Luego de recibir un pase especial para visitar a su familia en Puerto Rico, el día que le tocaba regresar al ejército se quedó dormido y perdió el vuelo de regreso.

“Ese avión se cayó. Fue pérdida total. Murieron todos los pasajeros”, rememoró.

Benjamín es consciente de la difícil situación económica por la que atraviesa la Isla y a pesar de todo lo que ha vivido, no encuentra en su mente una solución a la crisis.

“Está demasiado difícil. No sabría qué decirle. Es difícil saber qué puede suceder, pero las cosas en Puerto Rico no están muy bien. Hay que pedirle a Dios”, subrayó, al tiempo que compartió lo que entiende es la clave para la felicidad.

“Llevarse bien con las personas y la familia sobre todo... Paz en el alma. Tener paz con uno mismo y sobre las demás personas. Tratar bien a las personas y así sucesivame­nte. Eso le da satisfacci­ón a uno”, puntualizó.

Héroe de la familia

Sotomayor se ha casado dos veces y tiene dos hijos: Ivette, de 62 años y Benjamín, hijo, de 43. Su actual esposa, Eda Sánchez, es 25 años menor que él. Se casó con ella cuatro años después de enviudar y engendró a Benjamín, hijo, a los 56 años.

“A veces me vuelve loca porque quiere hacer cosas que no debe. Todavía se sube en las escaleras y pinta la casa y todas las rejas”, sostuvo Sánchez entre risas.

Para su hijo menor, don Benjamín es su héroe.

“Él ha sido la inspiració­n para mí y me ha ayudado a alcanzar un montón de metas. Ahora mismo estoy estudiando para ser abogado y es por eso mismo, porque veo que a la edad que tiene, sigue haciendo cosas. Ha sido un padre ejemplar”, destacó.

Para conmemorar su centenario, la familia organiza una fiesta el próximo 25 de diciembre en su casa, en el barrio Aceitunas, entre Moca y Aguadilla, donde esperan la visita de muchos amigos.

Cien años después, don Benjamín resume su paso por este plano de una forma sencilla.

“Mi vida ha sido buena. Todo lo que he hecho, me ha agradado”, sentenció.

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Don Benjamín se casó con Eda Sánchez cuatro años después de enviudar. Ella es 25 años menor, pero la diferencia de edad no frenó la felicidad conyugal. BIEN CONTENTITO­S
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Sotomayor confesó que se siente satisfecho con todo lo que le ha tocado vivir. Aquí posa con su hijo menor, de 43 años. SATISFACCI­ÓN PLENA
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Sotomayor García maneja su carro para llegar puntual a sus citas médicas y en la casa corta le grama y se encarga de otros quehaceres. ACTIVO Y CONCENTRAD­O

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