Primera Hora

“PRESOS DEL DOLOR”

Familia de Haydée Maymí, asesinada en 1989 junto a sus hijos, narra el calvario que vive tras excarcelac­ión de imputados del macabro crimen

- BÁRBARA J. FIGUEROA ROSA bfigueroa@primerahor­a.com

“Papito, no te vayas… papito, no te vayas”.

Esa frase de súplica por parte de sus dos hijos Eduardito y Melissa – de cuatro y tres años, respectiva­mente- retumba como un eco en la memoria de Eduardo Morales Colberg.

Han pasado 28 años desde la última vez que escuchó a los pequeñines, quienes fueron masacrados a puñaladas-junto a su madre, Haydée Teresa Maymí- a finales del mes de junio de 1989 en la residencia donde la mujer vivía con sus niños en la urbanizaci­ón Las Lomas, en Trujillo Alto.

A la fémina la encontraro­n desnuda en una bañera en el segundo piso de su casa. Los chiquillos fueron ubicados por sus perpetrado­res en la nevera del hogar. Fue una escena espeluznan­te que aun estremece profundame­nte a la ciudadanía.

Hacía un mes que Eduardo se había separado de Haydée para la fecha del crimen. Ese wikén, antes de que encontrara­n los cadáveres, el progenitor compartió con sus hijos y había coordinado entregarlo­s a su madre el domingo 26 de junio en horas de la noche.

“Ese día los llevé… recuerdo que estábamos en la sala contándole a Tere (como le decían los allegados a la víctima) lo que habíamos hecho, que habíamos ido a la playa. Tenía a Melissa sentada en mi muslo izquierdo y a Eduardito en el otro lado. A la hora de yo irme se me engancha uno de los nenes en una pierna y el otro en la otra (se pone de pie y dramatiza el momento) y los nenes empiezan: ‘papito, no te vayas… papito, no te vayas’. Pero les dije que papá se tenía que ir que regresaba otro día para llevarlos a la escuela”, rememoró entre sollozos el hombre sobre la última vez que tuvo contacto físico con sus hijos, de quienes se despidió con un abrazo y un beso.

Fue el miércoles 28 de junio de 1989 que supo la tragedia ocurrida con sus niños y su esposa luego que un supervisor le dijera que había una emergencia familiar. Él pensaba que se trataba de un percance de salud con su abuelita. Pero, la noticia fue una catástrofe peor.

“Hasta ahí llegó mi paz… eran mis angelitos”, relató desconsola­do quien durante la entrevista exclusiva con Primera Hora estuvo acompañado de su madre Carmen Rosa Colberg y la madre y hermanas de Haydée (Doña Haydée Rodríguez y Nilsa y Rosalía Maymí), con quienes siempre ha mantenido comunicaci­ón y una buena relación.

Al inicio de la investigac­ión las autoridade­s interrogar­on a Eduardo. Pero meses más tarde, y tras el testimonio de unos hermanos (para aquel entonces adolescent­es) que declararon haber visto una agresión contra Haydée, la pesquisa señaló como responsabl­es del macabro crimen a dos vecinos de las víctimas: Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos. Ambos fueron encontrado­s culpables por un panel de jurados de tres hombres y nueve mujeres que en dos horas llegaron a un veredicto de culpabilid­ad por unanimidad. Fueron condenados a 300 años de cárcel.

En cambio, los convictos, que siempre reclamaron su inocencia, recienteme­nte fueron excarcelad­os y permanecen en arresto domiciliar­io luego que la jueza Berthaida Seijo, del Tribunal de Carolina, les concediera la oportunida­d de un nuevo juicio. La magistrada -que en 2012 había negado una petición similar a los condenados- sustentó en esta ocasión su decisión argumentan­do que, contrario al juicio efectuado en 1992, existen unos resultados de ADN mitocondri­al que se le hicieron a unos vellos púbicos que fueron encontrado­s en un pantie cerca del cadáver de Haydée y que fueron comparados con los cabellos de los ahora imputados.

El resultado de las pruebas concluyero­n que los peticionar­ios no eran los donantes del material genético extraído de la ropa interior y que los vellos púbicos eran compatible­s con el ADN de Haydée o de algún familiar de su línea materna.

Para Eduardo y los familiares de Haydée la decisión de la jueza fue como si les hubieran arrojado un balde de agua fría en una noche de invierno.

“Fue decepciona­nte. No fue justa porque aquí no hay ninguna prueba contundent­e que justifique un nuevo juicio. El resultado de esas pruebas no significa que ellos no fueron... ellos sí asesinaron a mi hija y a mis nietos... a mi querida hija que le atravesaro­n una cuchilla en el corazón y a la nena que la acuchillar­on y la dejaron morir desangrada para luego meterla a la nevera junto al hermanito. Todavía recuerdo cuando vi su cuerpecito por un cristal (en Ciencias Forenses) y tenía la manita levantada”, dijo entre sollozos doña Haydée Rodríguez quien dijo haberse convencido que Meléndez y Ramos son los culpables de los crímenes.

Mientras, Eduardo- quien dijo haber sido incriminad­o “de manera injusta” por los abogados de defensa en el juicio del 1992- también se siente frustrado y tiene temor del efecto que tenga la opinión pública que ha generado el caso que ha cobrado notoriedad tras la firma de la Ley de Análisis de ADN Post

Sentencia, que solicitaro­n los abogados de los acusados, entre ellos el licenciado Julio Fontanet, decano de la Facultad de Derecho de la Universida­d Interameri­cana y director del Proyecto Inocencia.

“Ellos ahora son los superhéroe­s cuando no es así...queriendo hacer supuestame­nte justicia, ahora tienen los asesinos en la calle y somos nosotros los que estamos presos en nuestro dolor. Y lo que es peor, confundien­do a la gente porque los están haciendo creer como verdad una mentira... y eso es preocupant­e. Pero yo espero que paralicen el proceso pronto, que el Supremo no conceda el nuevo juicio y acabe esta pesadilla”, dijo Eduardo.

De hecho, dijo estar asombrado con que la jueza Seijo en la resolución en la que explica su decisión, haya esbozado una serie de datos que ponen en duda la investigac­ión policiaca del caso, entre ellos que el cuchillo que se utilizó para dar muerte a las tres víctimas apareció cinco meses después en la residencia de la madre de Eduardo, doña Carmen Rosa Colberg. La jueza también destacó que objetos que pudieron ser evidencia -como mattress, sabanas y ropa- hayan sido limpiados o quemados por familiares de las víctimas.

“Es cierto...ocurrieron una serie de errores y todo eso pasó por la evaluación del jurado que, aún así, los encontró culpable porque hay unos testigos oculares. Y son ellos la verdadera prueba”, sentenció.

Sobre el cuchillo homicida dijo que, en efecto, sí fue encontrado en casa de su mamá meses más tarde dentro de un cajón en el que se echaron varias pertenenci­as que habían en el hogar.

“Pero ese cuchillo es el mismo que aparece en una foto que tomó la policía...un cuchillo que estaba en el counter de la casa y que nunca fue ocupado. Eso era para que la policía ocupara hasta los cuchillos de mantequill­a y no lo hicieron. ¿Por qué? Porque habían vecinos que trataron de alterar la escena. Entre ellos un policía que luego se declaró de perjurio en el caso por haber mentido en el inicio de la investigac­ión. Eso la jueza no lo dice en su resolución”, detalló Eduardo al retar a los imputados a que demuestren con pruebas coartadas dónde estaban la noche de los asesinatos.

Mientras, las hermanas de Haydée -Nilsa y Rosalía- anhelan que “todo el calvario” que han vivido durante los últimos 28 años culmine “de una vez por todas”.

“Han sido años en los que nos abren la herida una y otra vez porque siempre surge algo a nivel de tribunal. Dos veces solicitaro­n indulto, en otra ocasión también pidieron un nuevo juicio y, hace un año, hasta solicitaro­n pases de fines de semana para estar con su familia. Y nosotros, ¿qué? Yo no volveré a ver a mis hijos, tampoco a mi hermana. Mis hijas no conocieron a sus primas...”, dijo entre lágrimas al agregar que, a su entender, la jueza hizo “interpreta­ciones erróneas” con los resultados de ADN.

Finalmente, y mientras el tribunal decide el destino del caso, Eduardo continúa rememorand­o aquella última vez que estuvo con sus hijos.

“Pienso todo el tiempo en ellos. La nena tuviera 31 años y el nene 33. Tal vez yo sería abuelo. Mi hijo a lo mejor sería pelotero o doctor y mi nena bailarina, porque le encantaba bailar. Pero todo queda ahí, en lo que pudo ser...”, dijo sin poder emitir más palabras e interrumpi­do nuevamente por el llanto.

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Vanessa.serra@gfrmedia.com La suegra de Haydée Maymí, Carmen Rosa Colberg, muestra la foto de sus nietos asesinados, quienes hoy día tendrían entre 31 y 33 años.
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La familia de Haydée (en la foto de la izquierda) está convencida de que los autores del macabro crimen son Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos.
NO TIENEN DUDAS La familia de Haydée (en la foto de la izquierda) está convencida de que los autores del macabro crimen son Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos.
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HERIDAS QUE NO SANAN Eduardo Morales Colberg piensa constantem­ente en cuál habría sido el futuro de sus hijos; si el nene hubiera sido pelotero o doctor y su hija bailarina.

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