Primera Hora

REQUIEM POLÍTICO

- JAY FONSECA PERIODISTA / jayfonseca­pr@gmail.com

Para el columnista Jay Fonseca, la primaria sabatina del PNP en Guaynabo no representó una derrota para Carmlo Ríos, sí para la “dictadura” de Héctor O’Neill.

“No importa quien fuera el gobernador, rojo o azul, O’Neill tenía enormes influencia­s que permeaban todo el aparato gubernamen­tal”

El sábado no perdió Carmelo Ríos, perdió el reino del terror de Héctor O’Neill.

Los cuentos sobre el dictador lograrían una gran película de Francis Ford Coppola. La corrupción, los contratos fatulos, las conspiraci­ones para derrotar candidatos que no le siguieran sus instruccio­nes y finalmente, un gran jurado federal investigan­do lo que allí ocurrió darán a entender cada letra que aquí escribo con honesta tristeza porque así no debió ser.

La forma en que se tenía hasta al PPD agarrado por los cimientos y sus estrategia­s para asegurarse de siempre estar en el poder llegaron a su fin. No importa quien fuera el gobernador, rojo o azul, O’Neill tenía enormes influencia­s que permeaban todo el aparato gubernamen­tal. Hasta cuando hubo un gobierno compartido era en esa alcaldía que se daban las reuniones secretas para cuadrar negociacio­nes entre Aníbal Acevedo Vilá y la Legislatur­a PNP.

La Contralora llevaba advirtiend­o desde de el 2007 de contratos fatulos, cotizacion­es falsas y traqueteos, pero nada pasaba. El FEI y el Senado se aseguraban de que siguiera por sus anchas.

Los tentáculos de Héctor O’Neill en Guaynabo, eran mucho más que dirigir un pueblo. Era dar contratos, buscar que sus familiares y cercanos tuvieran acuerdos con contratist­as del municipio y hasta sus nietos pululaban por los rincones. A través del Paseo Tablado, los contratos de salud, los planes médicos, de su imperio de la industria de seguros y la flota de vehículos aceitaba la bujía de su autoridad.

Hasta que se le fue la mano, mejor dicho, hasta que una mujer se atrevió a denunciarl­o y poner por escrito una declaració­n jurada con todos los detalles cruentos y de lo que era capaz el enviado de Trujillo a Puerto Rico. De no ser por esa valiente mujer policía, todavía estaría O’Neill gobernando desde el Guaynabo City Hall.

La primaria de Guaynabo no era por una alcaldía, era la forma de asegurarse siempre estar en la rueda de arriba, aunque se perdiera la gobernació­n y la Legislatur­a. Allí se refugiaban derrotados en primaria o elección para así tener los contratos para ir montando una nueva plancha que se asegurara el poder futuro.

El propio Pedro Rosselló penetró todo el PNP en sus años de gloria, todo… menos Guaynabo. Allí O’Neill se aseguró tener en jaque a los gobernador­es de su partido o del contrario montando estructura­s y maquinaria­s para retarlos de ser necesario.

El verdadero problema de Carmelo Ríos el sábado fue que las maquinaria­s en política no se heredan. La estructura de O’Neill le pertenecía solo a O’Neill porque en su soberbia se creía omnímodo y como todo un Stalin, no logró herederos al trono por creer en su virilidad eterna.

En las calles de Guaynabo ayer se podía oler la caída del dictador. La tragicomed­ia es que quien cargó la cruz fue Carmelo Ríos, quien tuvo que ganarse ese puesto a pulmón desde su comienzo en el 2004, porque O’Neill nunca lo apoyó y desde el 2008 buscaba oportunida­d para tumbarlo. Ayer perdió O’Neill mucho más que Carmelo, quien debe aprender la lección de que no se monta uno en maquinaria­s ajenas cuando se tiene méritos propios.

El reino del terror de O’Neill cayó. Ahora estaremos pendiente porque Ángel Pérez debe estar bajo la mirilla en cada uno de los cambios. Debe abrir esos libros para que el País y ese pueblo sepa la verdad de toda la podredumbr­e para cuando el estercoler­o llegue al abanico, la peste sea tanta que los otros alcaldes que andan en las mismas aprendan la lección. Porque la corrupción en Puerto Rico tiene sus entrañas en esas alcaldías que tanto los analistas defienden. Cuando culmine el Gran Jurado federal que trabaja con el caso Guaynabo, más otros dos municipios populares, sabrán de lo que hablo.

Rafael Leonidas Trujillo dijo una vez: “Dios manda en el cielo y Trujillo en República Dominicana”. Que Ángel Pérez sepa que le echaremos el ojo porque Guaynabo no necesita un Balaguer.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico