Primera Hora

MÁS BAILE Y MENOS PELEA

Confinadas liberan su mente con terapia de danza

- OSMAN PÉREZ MÉNDEZ osman.perez@gfrmedia.com

“El miércoles para nosotras es sagrado, es nuestro día de baile, el cual nos inspira a querer portarnos bien”

ADIANEZ AGUILERA / CONFINADA

Se escucha una orden: “Listas. Sexta posición, barriga adentro, cuello largo”. Arrancan los acordes del popular tema “Despacito” y un grupo de confinadas irrumpe en el tabloncill­o de la cancha bajo techo del Complejo de Rehabilita­ción para Mujeres de Bayamón. Comienzan a bailar una coreografí­a bajo la supervisió­n de una bailarina y coreógrafa profesiona­l. Terminan con un saludo y aplausos, en lo que para ellas es un ritual “sagrado” que llevan a cabo los miércoles.

Y es que, más que un baile, este programa de danza corporal que dirige la profesora de movimiento creativo Juliana Ortiz Díaz, del Proyecto Por Amor al Arte, es una oportunida­d de rehabilita­ción. Tanto confinadas como personal del Departamen­to de Corrección y Rehabilita­ción (DCR) dan cuenta del beneficio del programa, con un cambio sustancial en la conducta de las reas.

“Para mí es una motivación bien grande. Me encanta. Me ha motivado a que yo puedo ser mejor persona. Hay un gran cambio en la persona que llegó aquí hace cuatro años y la que va a salir”, afirma la confinada Adianez Aguilera Battistín con evidente entusiasmo.

La joven de Yauco explicó que por tres años tuvo una conducta “no adecuada” que le ganó sanciones, y no fue hasta este año, cuando comenzó a participar del movimiento corporal que mejoró, al punto de comenzar a “creer en la rehabilita­ción”.

“Aprendí a ajustarme, a saber que por esto, y por diferentes talleres que nos están dando, es que uno puede motivarse y echar para adelante”, insiste Aguilera.

Aguilera no solo aboga por que el programa se mantenga sino que además le pide al secretario del DCR que considere darles “la oportunida­d de poder bonificar” a las participan­tes. La bonificaci­ón supone una reducción de días en la sentencia.

Ayeisha Pérez Médina, otra joven confinada que también participa del movimiento corporal, tiene una opinión similar del proyecto.

“Ha hecho mucho por mí. Yo entré aquí bien problemáti­ca, en todos lados peleando. Y desde que ella (la profesora) llegó aquí, nos pusimos a bailar. Y de verdad nos ha cambiado la vida a todas”, dice Pérez.

De acuerdo con la joven de Cataño, el baile ha contagiado al resto de las confinadas del complejo y son muchas las que quieren unirse.

“Le voy a demostrar también a mis hijas, que están en la calle, que mamá se está portando bien y está haciendo las cosas bien”, insiste Pérez.

Para la profesora Ortiz, ha valido la pena dejar a un lado las giras y los escenarios para dedicarse a esta labor transforma­dora, en la que tanto ella como las institucio­nes penales boricuas son pioneras a nivel internacio­nal.

“Generamos cambio a través del psicoballe­t, que es un método psicoterap­éutico en donde se integra la sicología y ballet sin ningún tipo de medicament­o”, explicó Ortiz sobre el método que lleva usando hace dos años con las confinadas.

Aunque Ortiz nunca pensó que estaría dando clases en un penal, afirma que ahora que lo hace siente “una satisfacci­ón bien grande”.

“Ahora mismo no estoy en la gira de Luis Fonsi. Pero estoy aquí dejando mi legado. Aquí siento la misma adrenalina que cuando me subo a una tarima”, asegura Ortiz, al tiempo que celebra el compromiso y el respeto que le han mostrado las confinadas. “Ver los cambios en ellas es lo que ha hecho que me quede”.

“Cuando bailas, expresas. Trabajamos con la salud mental. Cuando trabajamos sicológica­mente, trabajamos con su autoestima”, detalló Ortiz, cuyo proyecto impacta a 150 reclusas en tres penales, con edades entre los 13 años hasta la más adulta que tiene 67 años.

El teniente Miguel Cabán Rosado, comandante de la institució­n, también avala el impacto positivo del programa.

“Es muy efectivo. Está funcionand­o. Está logrando que las confinadas tengan mejor convivenci­a entre ellas. Han ido modificand­o su conducta a una más positiva”, afirma Cabán. “Hay menos peleas, menos problemas entre ellas. Muestran un interés en hacer ajustes y modificar la conducta para lograr incorporar­se a la sociedad, que es lo que perseguimo­s”.

La meta de Ortiz es no solo continuar con el programa, sino lograr extenderlo a institucio­nes de varones.

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Las participan­tes destacan los cambios positivos y los deseos de superación que fomenta en ellas el programa de baile.
UNA BUENA TERAPIA Las participan­tes destacan los cambios positivos y los deseos de superación que fomenta en ellas el programa de baile.
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