NO SON HOSPITALILLOS
Primera Hora recorrió al azar varios dispensarios de cannabis en los que constató la rigurosidad de los procedimientos, mientras el Senado inicia investigación para esta industria
El proceso es riguroso, estricto, y ni en un solo instante, en ninguno de los tres intentos, pareció dar siquiera muestras de que podría flaquear o alterarse. Esa fue la realidad que encontró Primera Hora cuando se acercó, sin portar identificación de prensa y figurando como un ciudadano común, a varias de la recién abiertas clínicas de cannabis medicinal.
Lo vivido contrasta con las alegaciones que llevaron al Senado a emitir una resolución en la que ordena una investigación para verificar presuntas prácticas contrarias a lo dispuesto en la ley que regula la industria del cannabis medicinal y sus dispensarios.
En nuestra experiencia, siempre hubo un guardia de seguridad de por medio, siempre se pidió identificación, tanto la regular como la especial del Departamento de Salud (DS). Y en ningún caso se pudo pasar más allá de la primera puerta.
“Buenos días. Por favor, me muestra su identificación”, dijo el guardia de seguridad en las afueras del establecimiento.
Le entregué mi licencia de conducir.
No, no, ni se le ocurra, ni lo piense. Aquí no se le puede ofrecer nada, tiene que estar autorizado” ENCARGADO DE DISPENSARIO DE CANNABIS MEDICIAL
“¿Y tiene la tarjeta de paciente?”, preguntó acto seguido.
“No, no sé de qué me habla”, contesté.
“La tarjeta de paciente del Departamento de Salud. Sin eso aquí no va a poder hacer nada”, aseveró.
Expliqué que estaba interesado en los productos del negocio y que no tenía conocimiento de cómo funcionaba el asunto para poder adquirirlos.
“Ah, ya, usted viene para orientarse”.
Tocó un timbre, le abrieron la puerta y me pidió le siguiera. Una vez adentro, me indicó que estirara mis brazos y abriera un poco las piernas para revisarme con uno de esos aparatos de detectar armas y metales. Culminado el proce- so se dirigió a una joven en el mostrador y le dijo que venía para recibir orientación.
En el salón de espera no había vitrinas ni se mostraba o anunciaba producto alguno. Solo estaba el mostrador y un par de sillas.
Otro empleado, también joven, salió al mostrador y comenzaron a atenderme. Del saque me explicaron que tendría que adquirir la tarjeta que emite salud.
“Necesita la certificación de su médico sobre su condición. Tiene que ser una condición que cualifique, no cualquiera. No, la tarjeta no la da cualquiera, la da el Departamento de Salud, con médicos autorizados por ellos. Aquí no lo hacemos, aquí solo atendemos a los pacientes. Mire, se puede comunicar
a este número, para que ahí le ayuden con el proceso. Si quiere, aquí en la clínica, habrá una orientación el domingo”.
¿Hay otra manera de sacarla?
“No señor, no hay otra manera. Sin esa tarjeta autorizándolo aquí no podemos hacer más