Primera Hora

CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE

El único hospital en Yabucoa, que también brinda servicios a pacientes de otros pueblos, está a punto de cerrar por falta de fondos, mientras solo el 18% del municipio tiene luz

- BÁRBARA J. FIGUEROA ROSA bfigueroa@primerahor­a.com

Doña Ramona Ramos luce cansada. Está triste. Casi no duerme. Dice que ha rebajado mucho en los últimos meses tras el giro que dio su vida luego del paso del huracán María. Emocionalm­ente, está descompens­ada.

Su caso es el reflejo de la impotencia que sienten las más de 1,500 familias yabucoeñas que lo perdieron todo con los monstruoso­s vientos y torrencial­es lluvias provocadas por el ciclón aquel 20 de septiembre y que, cinco meses después, suman a su calvario la odisea de no tener servicio de energía eléctrica y pocos recursos para recuperars­e.

“Ha sido bien difícil. Me he sentido horrible. Pienso cómo era mi casa y cómo era mi vida antes y no es fácil… hubo días que me sentí bien sola y con miedo. Principalm­ente en las noches a oscuras, sin techo y con una coladera de agua por todas partes”, dice quien perdió su casita ubicada en el sector Vieques de Limones, en el barrio Martorell de Yabucoa, la comunidad más afectada por el huracán en este pueblo costero.

Ante las circunstan­cias, doña Ramona vive en la casa de su hermana, una estructura que también quedó sin techo y que es cubierta por un toldo que personal de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s (FEMA) colocó hace menos de un mes. Uno de sus hijos, Alexander, llegó hace un par de semanas para ayudarla a rehabilita­r su casita con $8,000 que le otorgó FEMA para cubrir los materiales de construcci­ón y los enseres básicos del hogar.

“Estoy estirando el peso a ver si me da aunque sea para levantar la casa en bloques y ponerle un techo de zinc”, cuenta la mujer al agregar que se siente “frustrada”, pues la ayuda llegó “muy tarde”.

Una historia similar se percibe en el hogar de Roselis Díaz, una madre soltera que vio desvanecer con el huracán la residencia donde vive con su hijo Sebastián, un niño de ocho años con Síndrome Down.

“Estaba todo destrozado”, dice Díaz que recibió recienteme­nte de FEMA $5,000 para gastos de reconstruc­ción, muebles y enseres. “Creo que los chavos no me van a dar… ahora mismo me falta la cama mía y la del nene. Es que las cosas están bien caras”, cuenta.

Precisamen­te, Yabucoa fue el primer pueblo en sentir la furia del huracán María, cuyos vientos de 155 millas por hora destruyero­n todo a su paso. Además de dejar en el esqueleto a cientos de casas, el ciclón hizo colapsar decenas de negocios y estructura­s municipale­s, como la Casa Alcaldía, el Cuartel de la Policía, el parque de pelota y casa del equipo de Doble A “Los Azucareros”, y el Centro de Diagnóstic­o y Tratamient­o, entre otros.

“Preliminar­mente, estimamos

los daños en $10 ones. Pero pudieran ser m este asun cidad”, to de la falta de cidad”, di ce el alcalde Ra rillo.

Surillo ha sido en denun ciar pública me lentitud y burocracia de tori dades para atender la gencia de su municipio, larmente el restableci­mi l servicio de energía el. Actualment­e, Yabuco tiene un 18% del pueblo tuación que por o mantie ne en jaque los s de agua potable, pues e lo cuenta con 27 generad nec tados a estaciones d beo para dar el servicio; otro lado tiene agonizan s comer cios, que subsi n plantas más pequeñas.

En un recorri mera Hora observó mú negocios cerrados, entre el estable-----

AutoZone, un garaje y las tiendas de ropa de mujer Rainbow y Kress.

“Mi preocupaci­ón es el efecto que todo esto tendrá en la economía de ahora en adelante. Tengo una compañía que llevaba 38 años en Yabucoa y cerró… la Dooney & Bourke, que es la que hacía carteras cachendosa­s. Esa compañía sufrió un golpe fuerte con el huracán y ahora nos deja con 70 desemplead­os”, lamentó Surillo.

Y el panorama se complica pues, según Surillo, a la crisis provocada por el huracán se suma la catástrofe de la reducción de su presupuest­o de $16 millones que quedaría, según sus cálculos, en $8 millones.

¿Cuál sería el panorama?

“Bien malo... tendríamos que reducir jornada y despedir empleados”, advirtió.

“Estoy estirando el peso a ver si me da aunque sea para levantar la casa en bloques y ponerle un techo de zinc”

RAMONA RAMOS BARRIO MARTORELL, YABUCOA

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DESTROZADO” Roselis Díaz, con su hijo Sebastián en brazos, un niño con Síndrome Down, vio desvanecer con el huracán la residencia en la cual residía. FEMA le dio $5,000 para gastos de reconstruc­ción, dinero que no cubre sus pérdidas.
“ESTABA TODO DESTROZADO” Roselis Díaz, con su hijo Sebastián en brazos, un niño con Síndrome Down, vio desvanecer con el huracán la residencia en la cual residía. FEMA le dio $5,000 para gastos de reconstruc­ción, dinero que no cubre sus pérdidas.
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