Primera Hora

Hablando a lo boricua

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

“Si pedimos alguna de estas cosas en alguna tienda, autopart o ferretería nos traerán el artículo correcto, aunque fuera solicitado en nuestro mutilado lenguaje castellano”

Durante los días festivos de la Semana Santa me dediqué a visitar distintos lugares de nuestra Isla. En ese período de ocio me topé con una simpática propaganda de una conocida cadena de ferretería­s que resaltaba el hablar del puertorriq­ueño. Esas palabras que nadie sabe el significad­o exacto, pero que todos conocemos a qué se refiere.

Fue imposible que no se me dibujara la sonrisa por lo creativo del asunto. El boricua es cosa seria.

¿A quién no le mandaron a buscar en alguna ocasión el famoso “coso” que estaba en encima de alguna mesita o en el cuarto?

El “coso” también estaba acompañado de la “cosita”, ese artículo pequeño que identifica­ba algo sin nombre y que se adaptaba a infinidad de situacione­s.

¿Qué me dicen de la “cosa”? Ahhh esa palabra funciona como el muñeco siempre parado. No importa la situación, se adapta de inmediato.

La “cosa” no tan solo se refiere a un objeto no identifica­do por su nombre, también sirve de expresión verbal. Lo usamos como lamento. Quién no ha usado la frase, “¡como son las cosas!” O “así las cosas”. La “cosa” también puede representa­r algo positivo. Frecuentem­ente hemos escuchado “la cosa está buena”.

Como leen, son expresione­s que siempre nos acompañan, aunque no sepamos claramente el significad­o de la “cosa”.

Otra que no puede faltar es el “desto”. El “desto” casi siempre está acompañado de algún gesto, ya sea con la mano o con algún movimiento corporal que auxilie al interlocut­or a explicar en definitiva “qué demonios quiere”.

Primo hermano del “desto” encontramo­s al “simiñoco”, que identifica cualquier cosa que sobresalga, sea cable o metal. Si encontramo­s una “matraca” mejor, pues puede ser de utilidad para acomodar el “simiñoco” en su lugar. A lo mejor hasta lo podemos acomodar en el “desto” sin ningún problema.

Pareciera que estamos hablando jeringonza, pero así nos entendemos. Si pedimos alguna de estas cosas en alguna tienda, autopart o ferretería, nos traerán el artículo correcto, aunque fuera solicitado en nuestro mutilado lenguaje castellano.

¿Qué me dicen de la “popeta”? La “popeta” fue parte de los juegos infantiles. Usted de seguro se topó con alguna “popeta”. Usualmente describe algo grande y que no tiene descripció­n conocida. Así que “popeta” se quedó.

Si todo esto le suena a un “ñoñero”, no se asuste que no está para nada enredado. Es cuestión de dejar correr la imaginació­n y darse cuenta de cuantas palabras utilizamos para describir objetos, situacione­s de vida o hasta personas, ¿personas? Sí, personas. ¿Usted nunca ha utilizado la palabra “cochofle” para identifica­r a alguna persona con apariencia de atorrante o de vida alegre?

Yo lo he escuchado en múltiples ocasiones y en más de una, el “cochofle” estuvo acompañado por algún “fleje” llena de “gangarrías” montando alguna “cháchara” o “chanchullo” para formar algún “boyete”.

Si usted entendió, es un buen boricua.

Hasta la próxima.

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