Primera Hora

La lección: hay que cumplir con los compromiso­s

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El pasado sábado, caí en crisis cuando miré bien el calendario, pues parecía imposible poder cumplir con todo lo que tenía en agenda.

Todas las actividade­s eran asuntos de trabajo, excepto una, que era una invitación a una fiesta.

Sin tener todos los detalles, pensé de inmediato tratar de excusarme de aquella fiesta. Llamé a mi esposo para que me explicara bien sobre la actividad, pues fue una persona en su oficina dental quien me hizo llegar la invitación.

Si mal me sentía cuando vi el calendario, peor fue cuando supe que se trataba de una pequeña fiesta de Navidad en una casa en mi pueblo Cidra, específica­mente en el barrio Toíta.

El señor de la casa, don Miguel, de 89 años, lleva una vida organizand­o ese compartir navideño y les pidió a sus amigos que le ayudaran a coordinar mi presencia, pues quería conocerme.

Mi esposo me explicó que le dieron seguimient­o continuo y él siempre les confirmó, así que don Miguel, familia y amigos me estaban esperando.

Tenía que hacer lo imposible por cumplir. No había forma de remediar el daño, pues aquella pequeña fiesta la realizan una vez al año, así que cancelar a última hora sería un desaire irreparabl­e.

Moví cielo y tierra para cumplir con don Miguel, y lo logré. Allí me recibieron con mucho amor y alegría. Pasamos un ratito buenísimo, aunque el tiempo fue corto, lo aprovecham­os muy bien. Me sirvieron comida para llevar en los típicos cartones de cerveza, de la cual comió medio mundo en casa.

¡Qué bueno que fui! Que bien me sentía guiando de vuelta a San Juan, luego de compartir con aquella familia.

A veces subestimam­os el valor que tiene para aquellos que nos invitan a su hogar, nuestra visita. En este caso, todo el año planifican para ese momento y merecían que fuera especial.

El valor de las cosas es relativo, lo que para unos es trivial para otros puede ser muy valioso. Debemos tratar cada ocasión como algo importante, sobre todo cuando se trata de un detalle que alguien tiene con usted. Cuando no se puede, no se puede. Uno con honestidad lo informa y trata de cumplir en otra ocasión, pero cuando existe un compromiso, y la gente ha hecho preparativ­os para agradarte, hay que rebuscar por aquí y por allá para encontrar la forma de cumplir. Eso nos aplica a todos, pero para los que vivimos del cariño del público es de manera más intensa. ¡No podemos fallar!

A don Miguel y su familia le agradezco la invitación. Son una familia hermosa y alegre como la mayoría de nuestra gente que vive monte adentro.

Sepan que todos en casa nos “jartamos” de lechón y arroz con gandules. Ya tengo nuevos amigos en Toíta, y don Miguel una nueva amiga acá en Guaynabo.

Luego del mal rato con el problema de calendario, me puse a repasar las actividade­s de diciembre, para asegurarme de no fallar a ninguno de los compromiso­s.

Tengo varias fiestas pequeñas, como las de don Miguel confirmada­s, así que allá los veo.

“El valor de las cosas es relativo, lo que para unos es trivial para otros puede ser muy valioso. Debemos tratar cada ocasión, como algo importante...”

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