Primera Hora

Barea y yo: líneas paralelas que se encuentran

- ELWOOD CRUZ PERIODISTA / minuevavoz@elwoodcruz­digital.com

“De forma distinta, Barea y yo hemos tenido lesiones de juego, pero hemos regresado con más fuerza, coraje y pasión”

Aunque no lo crean José Juan Barea y yo tenemos mucho en común.

A muy temprana edad, el mayagüezan­o se enamoró del baloncesto y con su fogosidad y talento dejó ver un futuro prometedor.

Desde niño sentí igual entusiasmo por el deporte del balón y el aro, aunque tenía buena puntería, me faltaba la habilidad, estatura y la condición atlética que le sobraba a J.J.

Barea continuó demostrand­o que el baloncesto sería su sustento mientras yo hacía del deporte mi profesión.

Me percaté un poco más tarde que los medios de comunicaci­ón serían una de mis razones de vida y el medio de sustento.

El boricua es un jugador huskie bajo en estatura, pero con una fortaleza física, bravura y determinac­ión como pocos. Es de esos jugadores a quienes les enorgullec­e terminar golpeado, con el uniforme sucio y con moretones por haber dado todo en la cancha contra musculosos gigantes.

Soy más bajito y al igual que Barea corría de estadio en estadio, de cancha en cancha para buscar la informació­n en la calle y llegar en photofinis­h para preparar la sección deportiva. Al no sudar, entonces sentía que había perdido el tiempo.

Barea entendía muy bien su papel, entrar a cancha de sustituto y provocar situacione­s de juego para llevar a su equipo a la victoria. En un momento fue cambiado por sus Mavericks de Dallas, lo que resultó en una gran sorpresa para él; tiempo después, regresó.

Gocé por 16 años como reportero ancla de deportes hasta que un gerente general entendió que mi función debía cambiar, me necesitaba en otra base; al cabo del tiempo he regresado con mi viejo amor.

De forma distinta, Barea y yo hemos tenido lesiones de juego, pero hemos regresado con más fuerza, coraje y pasión. Es aquí donde las líneas paralelas empiezan a juntarse.

Cuando su carrera comienza a entrar en su última etapa y teniendo posiblemen­te su mejor campaña, se quebró su talón de Aquiles. En el limbo quedó su equipo en la NBA y su gran amor, el equipo Nacional de Baloncesto. Su recuperaci­ón será lenta y ardua, su futuro incierto porque, aunque sobra corazón, en su físico hay mucha cancha.

Hace un año tuve una lesión en mi garganta, una condición poco común que requiere mucha paciencia, corazón, tolerancia y dedicación para alcanzar al menos un nivel de funcionali­dad. Me atrevo a apostar que, aunque mantiene la actitud positiva y de luchador, en el corazón existe un gran temor de no poder continuar trabajando en lo que más amamos, el deporte.

Llegamos al punto de encuentro. José Juan, puedo entender el gran reto que enfrentas. Sé que tu espíritu de competidor te hará menos tortuoso el camino.

Sin embargo, al igual que yo cuentas con un público maravillos­o que te motiva, un pueblo entero que te apoya y te envía energía positiva, un pueblo que te seguirá gritando a rabiar en este momento difícil. Cuentas con mucha gente buena que se ha unido en oración para que tengas una pronta recuperaci­ón.

Todos están agradecido­s de tu entrega por Puerto Rico dando brillo a la monoestrel­lada, así como tu apoyo a las víctimas del huracán María. Cuentas con una familia hermosa y fuerte, por lo que no estarás solo. Ellos son tu razón de ser y los más fieles fanáticos.

He vivido esa experienci­a y hoy me encuentro en un proceso de aceptación y aprendizaj­e que ha hecho menos difícil el reto.

Sé que tú lo entiendes así. Lo que pudo haber sido un pensamient­o loco, J.J. y yo somos líneas paralelas que por cosas de la vida tienen un punto de encuentro.

Barea, Puerto Rico entero está contigo.

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