MÁS EJERCICIO, MENOS DEMENCIA
La actividad física es la primera recomendación para prevenir y tratar el deterioro cognitivo
ENTRE LOS MÚLTIPLES BENEFICIOS que ofrece el ejercicio físico, además de ser parte esencial para un estilo de vida saludable, están su contribución al estado físico general, el control muscular, la coordinación y en la sensación de bienestar físico. Asimismo, es vital para mantener un flujo sanguíneo adecuado al cerebro y puede estimular las células cerebrales para su crecimiento y supervivencia.
En mayo pasado, la Organización Mundial de la Salud publicó sus primeras directrices sobre la prevención y el tratamiento de la demencia, colocando a la actividad física en el primer lugar de su lista de recomendaciones para prevenir el deterioro cognitivo.
“Hay varios estudios prospectivos —con grandes grupos de personas seguidas a través del tiempo— que revelan que los niveles más altos de ejercicio físico están asociados con menos deterioro cognitivo en las personas mayores. Otros estudios han descubierto que las personas que hacen ejercicio experimentan una pérdida más lenta del tejido cerebral a medida que envejecen. El ejercicio, por lo tanto, es uno de los factores que los investigadores están considerando para su papel en reducir el riesgo de desarrollar la demencia y para el beneficio que ofrece a las personas con demencia”, explicó la neuróloga y neurofisióloga clínica Briseida Feliciano.
La demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar las actividades de la vida cotidiana. Esta es una de las causas principales de discapacidad y dependencia en el mundo. Si bien no hay ningún tratamiento curativo para la demencia, la gestión proactiva de los factores de riesgo modificables puede retrasar o frenar la aparición o la progresión de la enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud recomienda 150 minutos por semana de ejercicio aeróbico moderado para aquellos de 65 años o mayores que tengan cognición normal para reducir el riesgo de deterioro cognitivo. Ejemplos de ejercicios aeróbicos incluyen: caminar rápido, bailar, trotar, andar en bicicleta o nadar.
No obstante, Feliciano —quien además es profesora asociada de la Universidad Central del Caribe— indicó que siempre debes consultar a tu médico antes de comenzar un programa de ejercicios, particularmente cuando hay otras enfermedades o discapacidades a considerar.
“Los beneficios del ejercicio son claros cuando se consideran otros factores asociados con el riesgo de desarrollar demencia. Las personas que hacen ejercicio regularmente tienen menos probabilidad de desarrollar enfermedad cardiaca y accidentes cerebrovasculares, ambos factores asociados con mayor riesgo de desarrollar demencia. El ejercicio también es importante para reducir el riesgo de hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y obesidad, todos los cuales son factores de riesgo para la demencia”, señaló la especialista miembro de la American Academy of Neurology.