SENSIBILIZAN SOBRE LA COMUNIDAD CIEGA EN LA ISLA
Ayer la Administración de Rehabilitación Vocacional se unió a la celebración del Día Mundial del Bastón Blanco
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Antes creía que ‘yo soy ciega y tú tenías que hacer el resto’. Allí aprendí que no, que junto con la situación, tengo que traer la posibilidad de una solución” CARMEN IGLESIAS MERLY
PARTICIPANTE Y EMPLEADA DE ARV
Si Carmen Iglesias Merly tuviera de frente a Dios, no le pediría que le devolviera la visión, pero sí que le concediera ganarse -al menos- $2 millones para disfrutar de viajes con sus hijos.
Su petición responde a la vida independiente que ha logrado luego de haber nacido con glaucoma congénita. Iglesias Merly solo ve un 10% por su ojo derecho. Y así como ella, son los alrededor de 400 invidentes -de innumerables condiciones- que atiende la Administración de Rehabilitación Vocacional (ARV).
La ARV celebró ayer el Día Mundial del Bastón Blanco, en sus instalaciones regionales en Caguas, para sensibilizar sobre los esfuerzos y logros de la comunidad ciega.
Iglesias Merly comenzó su participación en ARV en 1982, recibiendo diferentes servicios y ayudas para convertirse en sicóloga. Y hace 25 años forma parte de la plantilla de trabajadores de la agencia en la región de Arecibo, donde imparte clases a sus pares sobre movilidad, destrezas de comunicación -como el braille-, de cocina, manejo personal y del manejo del hogar con diferentes equipos.
“Yo creía que era la única que bajaba de Marte, y que no sabía hacer muchas cosas. Al llegar al centro de rehabilitación, en aquel entonces en Santurce, aprendí a manejarme mejor. Antes creía que ‘yo soy ciega y tú tenías que hacer el resto’. Allí aprendí que no, que junto con la situación, tengo que traer la posibilidad de una solución. Yo lo hago todo en mi casa, excepto freír. Eso no, le tengo miedo”, dijo entre risas.
“Soy completamente feliz y es un proceso, desconoces muchas cosas, pero entiendo que para eso está rehabilitación (ARV), para enseñarte la diversidad de servicios que existen. La diversidad de derechos que tienes de aquí y de otras agencias”, dijo.
Como parte de la actividad, el secretario del Departamento de Transportación y Obras Públicas, Carlos Conteras, también relató que quedó ciego cuando apenas culminaba sus estudios en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez, a consecuencia de una retinitis pigmentosa.
Contreras comenzó a sospechar que algo andaba mal cuando en 1987 notó que en los lugares oscuros tenía dificultad para identificar a las personas. Acudió a un retinólogo, quien le advirtió que quedaría ciego en un periodo de cinco a seis años.
“Estaba estudiando ingeniería, una carrera de cinco años y, básicamente, estaba estudiando para graduarme y quedar ciego. El pronóstico fue bastante errado en cuanto al tiempo que me iba a tomar. No es hasta 2007, en esa despedida de año, que uno está reflexionando qué cosas uno cree que vienen para el siguiente año, y esa noche en el 2008 yo dije que iba a ser ciego. Finalmente, yo iba a aceptar que me estaba quedando ciego”, dijo.
Ante las circunstancias, Contreras decidió buscar ayuda y aseguró que aunque tenía la educación, si no hubiese adquirido las destrezas y la rehabilitación que le proveyó la agencia, no hubiese podido llegar al puesto que ocupa.
Actualmente, según la administradora de la agencia, la licenciada Madeline Hernández Dipiní, son alrededor de 40,000 participantes de los programas de rehabilitación vocacional que inician a partir de los 16 años y los casos no se cierran hasta tanto la persona consiga el empleo deseado.