Extraordinaria mirada a la vejez
“Broche de oro, el musical” honra la sabiduría de los ancianos con chispeante jovialidad
En tiempos en los que diariamente se reportan casos de abandono y maltrato a los ancianos, la pieza Broche de oro, el musical resulta un bálsamo y a la vez una sacudida a las emociones.
La producción de Alexandra Fuentes, dirigida por Gil René Rodríguez, logra proyectar una perspectiva alegre, optimista y sabia de la etapa de la vejez, y más que eso, valorada por las generaciones jóvenes.
La interacción constante entre el grupo de viejos, representado por actores del calibre de Jacobo Morales, Adrián García, Diego de la Texera, Charytín Goyco, Carmen Nydia Velázquez y Sara Pastor, y los talentos más jóvenes, Israel Lugo, Luis Omar O’Farrill, Adrián Bernier Fuentes e Isabel Paz, echa al traste la visión anticuada que pesa sobre los adultos mayores, dejándoles ver tan joviales como ellos.
“Yele”, genialmente interpretado por el maestro Jacobo Morales, fue el personaje que cargó gran parte del peso dramático de esta comedia musical, que en la segunda función el domingo tuvo casa llena de familias en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes en Santurce. Su relación de bisabuelo de “Carlos” (Bernier Fuentes) y “Catalina” (Paz) trae a escena la importancia de los abuelos y bisabuelos en la vida de sus nietos y biznietos.
Mención especial merece el debut de Bernier Fuentes. Su actuación fue auténtica, graciosa y necesaria para establecer los contrastes y semejanzas entre viejos y jóvenes, e igualmente genuina es la interpretación de Paz como la adolescente “rebelde”.
Charytín Goyco como “Ágatha”, asimismo, cargó la fuerza dramática, sin perder ni un segundo de comicidad.
Ella, una mujer viuda encuentra consuelo a su soledad en este hogar de ancianos, donde se siente libre, querida y sobre todo, acompañada. Ese impacto de la soledad lo acentuó con uno de los temas musicales, en el que se entregó al punto de dejar escapar algunas lágrimas.
El humor fue llevado de forma magistral por un par de parejas compuestas por los personajes de Diego de la Texera y Sara Pastor, y Carmen Nydia Velázquez y Adrián García. Cada una, desde estilos y personalidades muy distintas, pero todos muy pícaros, validan la teoría de que el amor no tiene edad.
Broche de oro, el musical no es una secuencia de los filmes que la inspiran. Es una producción independiente, en la que coincide la mayoría de los personajes creados y dirigidos originalmente por Raúl Marchand, que en esta ocasión les colocó algunas situaciones de la cotidianidad puertorriqueña, para conectar aún más con el público.
El aspecto musical resulta complementario al grueso del texto, también escrito por Marchand. Son canciones mayormente inéditas (Aidita Encarnación y Carlos Cruz), que suman a la vistosidad escénica, producto del gran trabajo escenográfico de José Manuel “Chema” Díaz.
Del repertorio, destacaron la cuasi confesión de la “Madre Superiora Altragracia de las Mercedes” (Marian Pabón) sobre su vida pasada como surfista, y el tema de cierre, exhortando a vivir los sueños por encima de los tropiezos.
Broche de oro, el musical se disfruta de principio a fin. Es una comedia musical que verdaderamente provoca una reflexión profunda desde el comentario pícaro, o el gesto bien dirigido. Nada estuvo de más, lo corroboraron las risas constantes y el aplauso de pie del público.