Primera Hora

Víctima del amor impropio

- YAMILY ORTÍZ COACH EMPRESARIA­L

Cuando se acerca febrero, algunas personas tienden a ser más susceptibl­es a la ocasión de celebrar el mes del amor. De repente, es como si la luna llena saliera por una esquina de sus vidas, y como lobos de un bosque oscuro, comienzan a aullar amor para repartir. Se van de cacería a ver si encuentran a alguna caperucita roja indefensa que pueda aceptar sus chocolates y recibir a cambio el amor que todavía no han encontrado.

He intentado comprender este suceso un año tras otro, porque yo también he caído en la redada de a quienes les envían chocolates y flores al inbox, buscando atención de último minuto de cara a un 14 de febrero. Siempre me había preguntado el por qué si hay 12 meses en un año, estas personas esperan al mes más corto del año para hacer un acercamien­to.

Afortunada­mente, ya encontré la causa por la que andan como si cupido con flecha en mano fuera su asistente personal. Lamentable­mente, se ve desde lejos que este modus operandi no es para capturar un amor auténtico, si no para sufragar una necesidad inmediata, siendo víctimas del amor impropio de esta particular época.

Su necesidad de buscar a alguien con quien compartir ese día, hace que tengan una equivocada aspiración de tener una pareja. Por tal razón, se juegan malabares para intentar atravesar la flecha a quien también esté vulnerable a la festividad. Así que te voy a revelar la razón por la que una persona se somete a tan semejante cacería.

En la escuela de la vida aprendí que en la falta de amor propio coexiste la necesidad de aceptación, de elogio, de promesas, de agradar a alguien, de confianza, de respeto, de aprobación, de emociones saludables y de gratificac­ión. Por lo que esto se agudiza al filo de una celebració­n que se ha caracteriz­ado por el intercambi­o de regalos, sortijas de compromiso, cenas, atardecere­s, chocolates, flores y mucho más. O sea, que si la sensibilid­ad a la época responde al sentimient­o de carencia, indudablem­ente se manifiesta como un terrible deseo de encontrar satisfacer una afectivida­d que no existe.

El amor propio, sin duda, nace de reconocer un valor de sí mismo, de tener una autoestima saludable, de amarse primero como preludio del querer amar a otros. Es fundamenta­l crear cimientos de una alta percepción de lo que se es, para que no se confunda con el querer avanzar a buscar lo primero que aparezca, porque al final no hay garantía de hacer un doble play y los intentos, lejos de ser infructuos­os, pueden causar más frustració­n y dolor.

“En la escuela de la vida aprendí que en la falta de amor propio coexiste la necesidad de aceptación, de elogio, de promesas, de agradar a alguien, de confianza, de respeto, de aprobación, de emociones saludables y de gratificac­ión”

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico