Primera Hora

“Algunos estadistas no aceptan que se requiere que dos quieran casarse para que la boda ocurra. El gran pecado de Larry Seilhamer fue decirlo...”

- JAY FONSECA

Larry Seilhamer Mea Máxima Culpa. Por décadas escuchamos a muchos comentaris­tas, políticos y estadistas foribundos decir que había que destruir la colonia. Que la estadidad sería imposible mientras Puerto Rico fuera la colonia contenta que le gustaba eso de no tener poderes plenarios a cambio de tener todos los fondos federales sin pagar impuestos. Decían estos, que había que destruir la economía porque mientras el pueblo siguiera contento con la colonia de libre tránsito con los estados, libre comercio, pasaporte norteameri­cano y sin pagar impuestos federales sobre ingreso, PR nunca pediría unirse a la gran corporació­n. Por años los escuchamos con sus discursos y cuentos de que una vez destruyera­n la colonia, la estadidad alumbraría con su potente luz.

Mientras, había movimiento en el Congreso de Estados Unidos para mover el status. Pero era muy difícil lograrlo. A lo único que tenemos derecho, según el derecho federal e internacio­nal, es a pedir la independen­cia. No hay tal cosa como una obligación de hacer estado o anexar un territorio. Le reto a usted a que busque cualquier tratado o ley internacio­nal o local que diga lo contrario. De hecho, los casos insulares decidieron que EE.UU. puede hacer con sus territorio­s lo que quiera. Así que no hay tal derecho a la estadidad. A lo único que hay derecho conforme a las Naciones Unidas es a la libre determinac­ión e independen­cia. Si nosotros escogemos 8,000 veces ser estado, EE.UU. no está obligado a dar dicha estadidad. Esos son los datos y en esos datos no pensaban los que destruían a la economía de la colonia para ganar la estadidad.

En el momento más cerca que hemos estado de resolver el status fue en el proceso dirigido por el senador federal Benneth Johnston a finales de los años 80 y principios de los 90. El temor de entonces fue el mismo que es ahora. Dar la independen­cia significa una emigración enorme de boricuas de cantazo. La estadidad no era deseada por el Congreso y no tenía los votos ningún proyecto que diera una ruta obligatori­a hacia ella. Así que, lo que quedaba era el territorio, o un ELA hacia libre asociación con tufo de independen­cia que igualmente levantaba el temor de la emigración bíblica. Mejor no cuquen al toro. Cayó el Muro de Berlín, colapsó la Unión Soviética y EE.UU. no tenía un rol ya para hacer de PR un paraíso en contraste con Cuba, y ya no había un enemigo. Así que empezaron a quitar aquellos atractivos del ELA territoria­l que hacían de PR la colonia contenta. Los estadistas en su teoría de destruir la colonia, aplaudiero­n. Así entregaron las 936 con gusto, planteando que el pueblo pediría la estadidad. Construyer­on por montones sin fondos para tener lo construído. Llegó la quiebra, destruyero­n la economía y le echaron la culpa al status colonial que ellos antes decían que había que destruir.

Algunos estadistas no aceptan que se requiere que dos quieran casarse para que la boda ocurra. El gran pecado de Larry Seilhamer fue decir que cuando hay una relación los dos deben mantenerse en buenas condicione­s para que la relación prospere.

Obviamente nuestros soldados han dado la vida por esa nación y aunque hoy es voluntario, no queda duda de que eso tampoco obligaría a dar la estadidad, porque bien pudieran decidir no aceptar soldados boricuas si ese es el argumento estadista.

Creo que PR va a terminar escogiendo la estadidad porque la Unión Permanente es la que los boricuas quieren y la única unión permanente en estricto derecho federal e internacio­nal es la estadidad. Contrario a otros, no veo imposible que un gobierno demócrata con mayorías en Senado y Cámara puedan otorgar la estadidad. Sin embargo, el principal problema de la estadidad es que es representa­da por bandos políticos que engañan y manipulan para verse como los más estadistas cuando en realidad están buscando administra­r la colonia.

Seilhamer lo que dijo fue, mire, vamos a pedirle matrimonio a la metrópoli, pero para que no solo acepte, sino que desee y anhele el día de la boda hay que preparse para alistarse a las condicione­s que harían aún más favorable que el casamiento ocurra. Porque yo, como fan de las comedias románticas, lo menos que quiero ver es una boda donde el jevo no se prepare y ocurra un Runaway Bride.

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