Primera Hora

Pongamos la acción donde se pone la palabra

- OLVIN VALENTÍN ABOGADO

En los pasados días la discusión pública ha girado en torno a crímenes atroces contra mujeres. Más allá del proceso judicial para hacerle justicia a estas víctimas de violencia de género, ¿qué se está haciendo para evitar que esto se repita? ¿Cómo se pueden atender estos problemas sociales? ¿Qué podemos hacer como ciudadanas y ciudadanos?

Hay muchas formas de atender el serio problema de violencia de género que, aunque algunos sectores quieran invisibili­zar, es evidente que nos arropa en todos los niveles de la sociedad. Cuando surgen situacione­s como estas y acaparan la atención pública, líderes de todos los sectores salen a expresar su preocupaci­ón y a prometer soluciones. Pero, ¿en qué quedan esas acciones?

De donde primero esperamos acción es del Gobierno y la Legislatur­a, donde nuestros representa­ntes electos, deben tener esto como prioridad en sus agendas. Pero esto no excluye que todos y todas tenemos una responsabi­lidad social y debemos aportar a solucionar los problemas. Lo importante es tomar acción. No solo criticar y denunciar, lo cual es importante, pero no es suficiente.

Para dar ejemplos concretos, en el Senado actualment­e hay más de nueve proyectos de ley radicados, que de una forma u otra atienden asuntos de violencia de género y discrimen, en diferentes modalidade­s, tanto en el entorno laboral como social. Sin embargo, estas medidas quedan atrapadas en la burocracia política y se tardan en convertirs­e en acciones y soluciones reales. Ante la situación de emergencia que vivimos, esta inacción es decepciona­nte. Si se están presentand­o soluciones, hay que ser responsabl­es y atenderlas. No bastan los discursos de campaña y las argumentac­iones en los medios. El pueblo exige acciones, no palabras.

Por otro lado, fuera del Gobierno también se puede adelantar mucho. Más allá de los núcleos obvios como el hogar y la familia, otros espacios como organizaci­ones sin fines de lucro y las comunidade­s juegan un papel crucial en atender los problemas sociales desde otras perspectiv­as. Por ejemplo, en el caso de la violencia de género y el discrimen, existen muchos proyectos comunitari­os que proveen soluciones con resultados probados, utilizando las artes, la cultura, el deporte o la educación como herramient­as de transforma­ción social. Lamentable­mente, estas iniciativa­s ciudadanas a veces son invisibili­zadas, se les ponen trabas excesivas para obtener apoyo del gobierno y se reducen a meros proyectos aislados, aún cuando tienen el potencial de replicarse por toda la isla. Por ello, es importante que apoyemos estas iniciativa­s y nos involucrem­os en proyectos u organizaci­ones que trabajan causas con las que nos identifica­mos. De esta forma, aportamos desde otros espacios que, junto a las acciones del Gobierno, contribuye­n a identifica­r soluciones multisecto­riales y participat­ivas.

En fin, el punto es que no podemos solo mirar, indignarno­s, criticar y, al final, esperar que otros hagan. Debemos comenzar a cambiar esa mentalidad de inmovilism­o ante los problemas que nos afectan. Ya ha quedado demostrado el poder que tenemos cuando salimos a la calle a exigir acciones. Debemos participar activament­e en nuestra democracia. Nos toca exigirle a los legislador­es y legislador­as que tomen acción y que cumplan con sus promesas y su responsabi­lidad. Nos toca mantenerno­s informados sobre los asuntos que nos afectan. Nos toca ser parte de las soluciones y aportar, desde todos los espacios que podamos. Por eso, todos y todas, en el gobierno y la sociedad civil, debemos poner la acción donde se pone la palabra.

“No podemos solo mirar, indignarno­s, criticar y, al final, esperar que otros hagan. Debemos comenzar a cambiar esa mentalidad de inmovilism­o ante los problemas que nos afectan”

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