EL COVID LE QUITÓ LA VIDA PERO SU LEGADO ESTÁ VIVO
De eso se han encargado los hijos de la Dra. Edith Marrero
Este Día de las Madres será diferente para muchos puertorriqueños, sobre todo para aquellos que han perdido a sus progenitoras a causa del COVID-19.
Tal es el caso de Antonio Álvarez Marrero, de 49 años, y Luis Ángel Pesquera Marrero, de 32 años, quienes no podrán celebrar junto a su madre, la doctora Edith Marrero Vázquez este día especial, ya que el pasado 25 de diciembre esta perdió su batalla contra el virus.
Marrero fue descrita por sus dos hijos como una madre de carácter fuerte, pero amorosa, quien poseía un espíritu trabajador incansable y un amor por la vocación que ejerció por más de tres décadas hasta sus últimos días de vida. Sus hijos entienden que, precisamente ese ambiente laboral pudiera haber sido el espacio donde la pediatra de 72 años contrajo el virus.
“Siempre sus pacientes eran primero. Ella facturaba, limpiaba, pasaba mapo, ella lo hacía todo. Era un caballo de trabajo. Se levantaba todos los días a las 5:30 de la mañana para abrir a la oficina a las 6:30 a.m. para que los padres pudieran ir a las 7:00 a.m. a llevar a sus hijos y luego irse a trabajar. Ella era bien dedicada. No se iba de vacaciones por atender pacientes”, dijo su hijo menor.
La doctora Marrero estuvo trabajando hasta enterarse de su contagio.
“Siempre me dijo a mí que quería morir con los guantes puestos y así lo hizo. Después que se enteró que estaba positiva cerró la oficina y fue a atenderse al hospital. Así que papito Dios le concedió todo lo que ella quiso en ese aspecto de su profesión”, comentó Álvarez Marrero.
La doctora estuvo internada en el Manatí Medical Center por un periodo de 16 días y sus hijos agradecen que pudieron tener contacto con ella a través de videollamadas, lo que aseguran fue un gran alivio dentro de todo el proceso.
“Gracias a mi tía (Mildred Marrero), pudimos hacer videoconferencia con ella casi por una semana y unos días hasta que la entubaron...”, dijo Vázquez Marrero.
“Todos los días la llamaba por Facetime y aunque ella no hablaba, la veía. Ella ni podía hablar, se notaba que estaba cansada, desde que entró estuvo con ventilador. Luego, cuando la entubaron, yo viajé (a Puerto Rico) el 24 de diciembre, pero ella falleció el 25. Me hubiese encantado poderla ver en el hospital”, lamentó Pesquera Marrero.
Ahora, además de aprender a vivir sin su madre, estos hijos buscan la manera de mantener vivo su recuerdo y su legado en pro de los pacientes.
En el caso de Luis Ángel, este creó una fundación llamada “Cervezas por una causa” y elaboró una cerveza artesanal en honor a su madre, la cual llamó La Doctora.
“Gracias a mami, yo le hecho la culpa a mami, hice la fundación ‘Cervezas por una causa’ que es para ayudar a otros... Yo dije que debía tener un por ciento de alcohol bien alto porque mami era así, bien fuerte. Por eso cuenta con un 10% de alcohol. Estaremos donando casi $3 de cada cerveza a la Fundación Hospital Pediátrico”, dijo Pesquera Marrero.
Mientras, Álvarez Marrero decidió mantener viva la obra de su madre en su práctica privada con la contratación de una doctora, quien se dedicará a atender los pacientes.
“Ella siempre fue bien dada a sus pacientes, mucho más que a su familia. Su profesión era número uno y sacrificaba muchas cosas, su familia y muchas otras cosas. Yo me puse como meta personal continuar su legado, quiero continuar lo que ella hizo por mas de 30 años allí en Bayamón para que los pacientes no pierdan ese servicio que ella brindó por tantos años y pueden tener una doctora que pueda atender sus hijos y puedan cuidar de ellos como mi mamá lo hizo por tantos años”, dijo Álvarez Marrero.
Al momento, lo más que lamentan sus hijos, es que la doctora no pudo ser vacunada, ya que su contagio se dio a pocos días de aquel 15 de diciembre, cuando las primeras vacunas llegaron al País e iban destinadas en primera instancia a la clase médica.
“Una cosa que me choca es que la vacuna salió como una semana después o dos semanas de que ella se contagió. Si hubiese sido un poquito más, como tres semanas más o un mes ya podía haberse vacunado. En ese sentido no es fácil”, dijo Pesquera Marrero.
“La recordaré en el Día de las Madres, igual que en el día de su cumpleaños, yo siempre le enviaba flores. Así que tengo que comunicarme con una floristería para que le lleven unas flores al cementerio”, concluyó su primogénito.
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Siempre sus pacientes eran primero. Ella facturaba, limpiaba, pasaba mapo, ella lo hacía todo. Era un caballo de trabajo”
LUIS ÁNGEL PESQUERA MARRERO
HIJO DE LA PEDIATRA