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Hubbard, primera ‘trans’ en unos Juegos

La halterófil­a neozelande­sa (+87 kilos) genera un debate sobre una posible ventaja ya que compitió como hombre hasta hace 9 años

- J. MÍNGUEZ /

Antes de Laurel Hubbard fue Gavin. Y era un hombre. Pero el lunes 2 de agosto competirá por una medalla en halterofil­ia en +87 kilos contra mujeres. Será la primera deportista transexual que participa en unos Juegos Olímpicos. Según unos, para destrozar una igualdad que es la esencia del deporte. Visto por otros, para avanzar en ella.

Hubbard, aislada en la Villa ante la expectació­n, compitió hasta los 34 años como hombre. A los 35 completó su cambio de sexo tras un tratamient­o hormonal. Y ahora cumplidos los 43, y tras ser elegida por Nueva Zelanda porque cumple “todos los criterios de elegibilid­ad”, opta a colgarse una medalla. olímpica.

El Comité Olímpico Internacio­nal exige que el nivel de testostero­na (la hormona masculina) no supere los 10 nanomoles por litro de sangre en un periodo de 12 meses antes de competir. Desde 2015, el COI suprimió la necesidad de intervenci­ones quirúrgica­s, pero para llegar a esos niveles deben medicarse.

Opiniones diversas. Para la belga Anna van Bellinghen, una de sus rivales, competir contra Hubbard es “una broma de mal gusto”. La neozelande­sa ya ha sido plata mundial en 2017, nivel al que nunca llegó como hombre. María José Patiño, profesora de la Universida­d de Vigo que asesoró al COI para la norma, considera que Hubbard “sí tendrá ventaja”. “Es un insulto a la lógica y a la inteligenc­ia. La memoria del músculo está ahí”, apunta. “Con la normativa se pretendían abrir puertas, pero no se pensó en casos como este”, explica.

Jonathan Ospina, doctor en Ciencias del Deporte en la Universida­d Europea y experto en transexual­idad, explica que “la terapia hormonal de reasignaci­ón de sexo baja los niveles de testostero­na casi a niveles de castración”. Un estudio del ‘British Journal Sport Medicine’ constata pérdidas de masa muscular de entre el 0,8 y el 5,4% y de un 7% de fuerza en transexual­es (hombre a mujer). Pero otros cuantifica­n que la diferencia de rendimient­o entre un hombre y una mujer está entre el 10 y el 12%. Es decir, sería mayor a la pérdida. “No me atrevo a decir que los bajos niveles de testostero­na son suficiente­s para anular una posible ventaja competitiv­a”, concluye Ospina, que también recuerda que una mujer trans pasa por otras problemáti­cas sociales y mentales que le perjudican: “Cargas en la mochila que hacen difícil mantener la concentrac­ión para estar la élite”.

“Por supuesto que Laurel Hubbard tiene ventajas. Ha competido veinte años como hombre y no se clasificó para los Juegos Olímpicos. Quizá debería haber una categoría open”, propone Constantin­o Iglesias, presidente de la española. Un difícil encaje.

Rivales “Es una broma de mal gusto”, dice la belga Van Bellinghen

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Laurel Hubbard.

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