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Sergio Ibáñez, un debut con subcampeon­ato

- —M. M.

■ Para un judoca, pisar el Nippon Budokan es un ritual mágico. El silencio que envuelve sus alrededore­s, su solemnidad, contrasta con los gritos sobre el tatami. Para un joven de 22 años, debutante en unos Juegos Paralímpic­os, colgarse una plata allí es un sueño hecho realidad. Sergio Ibáñez cayó en una reñidísima final contra el uzbeko Uchkun Kuranbaev, número cuatro del mundo, y suma una medalla más para España. El Fideo, como le apodan por su altura y delgadez, nunca lo pensó cuando con sólo ocho años se inició en esta disciplina, a la que llegó gracias a una carta de la ONCE, porque el aragonés tiene una discapacid­ad visual del 79% que le afecta al nervio óptico y le provoca fotofobia.

Sergio devuelve al judo español a lo más alto, puesto que sus últimos metales databan de Atenas 2004, con la plata de David García del Valle y el bronce de Raúl Fernández.

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