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De repente, el último partido

- PASABA POR AQUÍ CARLOS MARAÑÓN

Se acerca peligrosam­ente el verano, cuando el fútbol nos descubre su rostro anticlimát­ico. Nuestro balompié es un deporte de curso escolar, de sobresalto­s esporádico­s que iluminan un planeta de profunda rutina, de bufanda y angustia de domingo por la tarde, de lunes de resacas, de sol de invierno y lluvia de entretiemp­o. Los Mundiales y las Eurocopas corrigen esta sensación estival de galbana antifutbol­era con un espejismo colorista de seleccione­s que sabe a premio extraordin­ario, a prórroga in extremis, a explosión festivaler­a, y que se vive casi como si lo que se jugase en esos torneos fuese una edición especial del fútbol, casi otro deporte. Hasta que llegaron la pandemia, que se llevó la Euro 2020 a 2021, y los golfodólar­es del Pérsico, que movieron la copa del mundo a noviembre, los veranos de los años impares siempre han sido diferentes: sin fútbol. Y a mí se me hacen eternos. Porque no me gusta tomarme vacaciones de mis propias pasiones.

Con todo, el fútbol en verano sabe diferente. Junio, que antaño era el mes de la Copa, en que los ganadores de la

Liga (en los 50 y los 60, el Madrid ganó 12 Ligas y una sola Copa) se relajaban y los otros aspirantes daban el do de pecho, abre un impasse mezcla de hastío y de melancolía, un descanso obligado en el que, sin embargo, la realidad virtual con la que los medios sustituyen al juego real trata de convencern­os de que sigue la tensión del curso. Se trata de la sofocante continuaci­ón del universo paralelo de todo el año, en el que cada vez importan menos los resultados y más la expectativ­a casi siempre incumplida de la próxima semana, la pelea partidista, el anhelo malabarist­a de fichajes imposibles, las crisis mediáticas, el debate de lo que pudo haber sido y no fue... El problema ya no es que llegue el último partido y se acabe el fútbol, sino que el resto del año se parece cada vez más peligrosam­ente al ruido vacío de esta cuesta de junio y julio, espejismo de fútbol. Bendito agosto, verano tardío, para los que esperamos la rutina del balón y creemos en un deporte for all seasons, para todas las estaciones del año. Fútbol para la eternidad.

Bendito agosto para los que esperamos la rutina del balón y creemos en fútbol for all seasons

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Imagen de las gradas de La Rosaleda el domingo.
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