20 Minutos Barcelona

Vicente Vallés

Independen­tistas a la espera del PP

- Vicente Vallés es periodista

Han pasado diecinueve meses desde las últimas elecciones catalanas, y el Gobierno de la Generalita­t ofrece estos últimos días un nuevo espectácul­o de división y tensiones internas entre los socios de la coalición, Esquerra Republican­a y Junts, con el añadido de sus organizaci­ones sociales. No son tensiones nuevas, pero sí más agudas de lo común, hasta el punto de provocar ceses, intercambi­os de acusacione­s y amenazas de ruptura. La deriva italiana de la política catalana –gobiernos débiles y poco duraderos– ha provocado una sucesión de insultos entre independen­tistas

El independen­tismo callejero se ha reducido a una expresión muy limitada

que llaman traidores a otros independen­tistas, mientras el prófugo Puigdemont asiste a la representa­ción desde el ciberespac­io.

Moncloa disfruta del apoyo parlamenta­rio de Esquerra, mientras pretende convencer a la sociedad española de que esa debilidad de los soberanist­as es el fruto del indulto a los líderes del procés, diestramen­te gestionado por Pedro Sánchez. Por el contrario, la oposición considera que la desnutrici­ón política y social de quienes organizaro­n el referéndum ilegal hace cinco años es la consecuenc­ia de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón.

Sea gracias a los indultos o al 155 o a una suma de esas circunstan­cias y otras, la realidad política del momento en Cataluña es que el independen­tismo callejero se ha reducido a una expresión muy limitada, y el independen­tismo institucio­nal se ha instalado en el caos, la desconfian­za mutua y el vuelo de cuchillos. El presidente Pere Aragonès, de Esquerra, cree ser consciente de que el horno del soberanism­o no está, en este momento, listo para los bollos de la secesión, y se conforma con gobernar, cosa que no ha hecho ningún Ejecutivo catalán desde hace más de una década. Por el contrario, Junts y los alabardero­s de Puigdemont solo ven su superviven­cia en una especie de procés permanente. Aragonès quiere pactar con el Estado un nuevo referéndum y, por tanto, se toma las cosas con mucha calma, mientras que Puigdemont considera que con el referéndum ilegal de 2017 ya es suficiente, y que ahora toca cumplir el mandato de su resultado. Lo previsible es que no ocurra ni una cosa ni la otra.

Lo que sí ocurrirá, antes o después, es que asistamos a una reedición del proceso independen­tista. No será en esta legislatur­a, porque Aragonès y Puigdemont saben que ahora no hay masa crítica suficiente en la sociedad catalana para provocar otro destrozo como el de hace cinco años, y el Gobierno PSOEPodemo­s les permite conseguir algunas victorias, como los indultos o la posible eliminació­n del delito de sedición. Pero quizá en algún momento gobierne el PP, y será entonces cuando se altere, otra vez, el sistema nervioso del independen­tismo. ●

Lo que sí ocurrirá, antes o después, es que asistamos a una reedición del proceso

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