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JAQUE A LA REINA EN EL REGRESO DE ‘THE CROWN’

El aclamado drama histórico de Netflix encara su recta final con una penúltima temporada ambientada en los 90, la década más espinosa de Isabel II

- JANIRE ZURBANO @janirezurb­ano / @CINEMANIA_es

Jonathan Pryce tenía seis años cuando tuvo lugar la coronación de Isabel II. «Recuerdo ver el momento en uno de los pocos televisore­s que había en la calle. Yo cargaba con un cañón de juguete y estaba comprando cerillas. No sé si ese fue el comienzo de mi republican­ismo», bromea el actor al otro lado de la pantalla del ordenador, acompañado de Imelda Staunton y Lesley Manville:

«Es lo que me gusta de The Crown, lo que hace que me identifiqu­e con la Familia Real: la serie te hace recordar dónde estabas mientras pasaba todo eso en la vida de Isabel II». Rodar la quinta temporada del drama histórico de Netflix, en la que da vida al príncipe Felipe de Edimburgo durante los años 90, le ha permitido rememorar otra época en la que, lejos de preocupars­e por las vicisitude­s de los royals, trabajaba sin descanso. Lo mismo les ocurría a sus compañeras. «Era actriz y madre, eso ya me tenía bastante ocupada», dice Manville, a lo que Staunton añade: «Pasaron muchas cosas. Yo recuerdo dividirme entre mi familia y mi profesión, pero sí, fueron años de revuelo para la monarquía y, por suerte, todo eso ya estaba resumido en el guion de Peter Morgan». La intérprete cambia la varita de Dolores Umbridge por la corona de Isabel II, heredada de Olivia

Colman, para las dos últimas temporadas del fenómeno de Netflix. Manville sustituye a Helena Bonham-Carter como la princesa Margarita, Pryce toma el relevo de Tobias Menzies como el príncipe Felipe, y Elizabeth Debicki, Dominic West y Olivia Williams protagoniz­an el triángulo Lady Di-Carlos-Camilla, antes llevado a la pantalla por Emma Corrin, Josh O’Connor y Emerald Fennell. Jonny Lee Miller se pone las gafas de pasta del

Primer Ministro John Major, sucediendo a la Margaret Thatcher de Gillian Anderson.

A finales de 1992, coincidien­do con el 40 aniversari­o de su coronación, la reina dio un discurso en el que calificó los últimos meses como «annus horribilis» (año terrible). La separación del príncipe Andrés, el topless de Sarah Ferguson, el divorcio de la princesa Ana o la crisis matrimonia­l del príncipe de Gales y Lady Di, así como el incendio en el castillo de Windsor, llevaron a la monarca a reconocer que aquel no sería un periodo que recordaría con gusto. La agitación duraría toda la década, sobre todo debido a la mediática separación de Carlos y Diana, entre reproches en público, infidelida­des y Camilla Parker-Bowles como tercera en discordia. «Era un momento clave para la Casa Real porque la gente en Reino Unido empezó a preguntars­e si realmente necesitaba­n a Isabel, si necesitaba­n la monarquía», explica Staunton.

La veterana actriz pronto entendió que para interpreta­r a la soberana afrontando la etapa más delicada en su mandato debía conectar con esa faceta religiosa en la que ella se refugiaba: «Me gusta su fe, lo importante que es para ella y la fuerza y la estabilida­d que le da. Eso y sus familiares más cercanos son su fortaleza, le dan el valor para enfrentar la situación». Staunton asegura que fue sencillo construir esos vínculos con Manville y Pryce, a los que conoce de hace años. «Hay algo que está ahí, ese cariño de hermanas que no hace falta trabajar porque ya compartimo­s una amistad en la vida real», cuenta la intérprete que da vida a la princesa Margarita. Pryce pudo comprender el rol de su personaje en un momento tan crítico para su esposa cuando empatizó con el carácter curioso del príncipe Felipe: «No recuerdo haberle escuchado hablar jamás, pero con esta serie he descubiert­o que era alguien que siempre estaba cuestionan­do las cosas o buscando nuevos retos. Sabía mantenerse ocupado y, a la vez, apoyaba a Isabel».

La corona pesa, también dentro de la pantalla, y esta nueva Familia Real se enfrenta al reto mayúsculo de igualar o superar la apabullant­e acogida de la cuarta temporada, recreando una etapa especialme­nte significat­iva y recordada en la vida de la monarquía británica. Además, la quinta entrega llega justo después del fallecimie­nto de Isabel II, lo que ha provocado un repunte en las visualizac­iones de la serie. «La muerte no ha influido en nuestro trabajo, pero es inevitable que la gente esté más pendiente por la necesidad de conectar con su historia», afirma Manville. «Muchos están viendo The Crown para sentirse reconforta­dos o para informarse», señala West, antes de zanjar: «La mayoría de espectador­es ha vivido los años 90, tienen opiniones y recuerdos de la época, y eso también genera interés y debate. Pase lo que pase, es una temporada decisiva». ●

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NETFLIX Dominic West y Elizabeth Debicki, Carlos y Diana en The Crown.

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