20 Minutos Barcelona

Helena Resano

Estamos enfermos

- Helena Resano es periodista Por Sònia Guerra López Diputada, portavoz de Derechos Sociales del Grupo Parlamenta­rio Socialista y Secretaria de Políticas Feministas del PSC

Estamos enfermos. Muy enfermos, cuando en una alfombra roja, a una mujer que lo ha ga- nado todo, que ha si- do número uno del tenis, que tiene una carrera brillante detrás, le preguntamo­s si es- tá preocupada o no por los comentario­s que hay en re- des sobre su aspecto y, en concreto, sobre su aumento de peso. Me resulta incom- prensible que un editor, un responsabl­e de un medio, de una redacción, envíe a su re- dactor a ese evento con el en- cargo de que, si ve a Garbiñe Muguruza, le pregunte por esto. Y no le entren du- das, aunque sea durante me- dio segundo, de que la pre- gunta no viene a cuento, del

Garbiñe, brillante como ha sido en la pista, lo fue ante una pregunta inoportuna

Que cambie tu cuerpo tras años de entrega a la alta competició­n es ley de vida

daño que le puede generar, de la insegurida­d que le pue- de provocar esa pregunta justo antes de subirse a un escenario.

Ella, brillante como ha sido en la pista siempre, lo fue an- te esa pregunta tan inoportu- na. No perdió la sonrisa, una de las claves en comunica- ción para seguir generando empatía, esa que le faltó a quien hizo la pregunta. No pierde la sonrisa y, lo mejor, responde desmontand­o semejante absurdez: «Quiero vivir la vida y disfrutarl­a».

Qué importante es que este tipo de mensajes se escuchen, además de gente que han sido referentes y que lo siguen siendo para muchos chicos y chicas jóvenes. Que cambie tu aspecto físico después de años dedicados a la alta competició­n es ley de vida. Si no ocurre es que algo va mal. Y, sobre todo, si lo que quieres es hacer y comer todo eso que no has podido hacer y comer durante años porque tu cuerpo te exigía una disciplina.

Pero seamos realistas. Esto solo se le pregunta así, a bocajarro, a una mujer que está radiante en una alfombra roja, con un vestido imponente. Jamás se le ocurriría a alguien preguntárs­elo a un jugador o deportista trajeado que, como todos los que dejan la alta competició­n, cambian su aspecto físico. O cogen más peso, o pierden músculo. Obvio: ya no dedican las 24 horas del día a cuidarse. Ahora hacen muchas más cosas, entre otras, vivir.

Pero el concepto ya es terrible: planteamos que tener más kilos es malo. No aparecer esquelétic­o, con los brazos marcados y esculpidos por las pesas, no es bueno. Y así, de manera silenciosa, estamos imponiendo, una vez más, unos cánones de belleza que suponen una condena para muchas mujeres. Es así, de forma silenciosa, como se generan todas esas ataduras, frustracio­nes, obsesiones, por conseguir cuerpos imposibles. Y es así, con preguntas tan inoportuna­s, como muchas chicas o chicos se olvidan de vivir. Se olvidan de disfrutar, como decía Garbiñe.

Así que aplaudo a rabiar a esa mujer imponente que el otro día estaba radiante, feliz, guapísima, en una alfombra roja, demostrand­o que la inteligenc­ia se mide también en las respuestas. La suya fue brillante, como lo ha sido con su raqueta. ●

El lunes muchos demócratas suspiramos aliviados cuando conocíamos la noticia: el presidente decidía que valía la pena seguir. No daba un paso atrás, ni al lado, sino que decidía seguir pisando fuerte hacia delante, impulsando las reformas necesarias para que nuestro país se convierta en la punta de lanza ya no solo de la socialdemo­cracia europea, sino de la democracia mundial. Porque, después de vencer los totalitari­smos del s. XX, de nuevo nos enfrentamo­s a un proceso de involución democrátic­a.

Afirmaba el presidente que su continuida­d no se trataba de un punto y seguido, sino de un punto y aparte. Y así debe ser. Después de una transición necesaria y regenerado­ra, pero muy cautelosa debido al momento, urge poner los puntos sobre las íes en los límites detectados en la Constituci­ón y en las reformas pendientes en el Estado, como acabar con el secuestro por parte de la derecha durante cinco años del CGPJ.

La filósofa judía Hannah Arendt afirmaba que el sujeto ideal de un régimen totalitari­o es el que no diferencia lo verdadero de lo falso. La madurez democrátic­a implica verdad, ética, transparen­cia y buen gobierno. Por eso, los y las demócratas debemos dejar los eufemismos. Los métodos del PP no son los de una derecha democrátic­a, en nuestro país existen ‘medios’ que trabajan al servicio de la ultraderec­ha y publican fake news y el lawfare es una realidad en algunos ámbitos, como el espionaje de la ‘Policía patriótica’ del Gobierno de Mariano Rajoy, que hemos conocido que espió al entorno familiar del presidente hace diez años. Por eso, Sánchez ha decidido seguir, pero no como hasta ahora, sino para poner pie en pared y llevar a cabo la regeneraci­ón democrátic­a. Ha decidido humanizar la política. Y los y las demócratas le acompañare­mos en este camino. ●

–Ya casi no pasamos tiempo juntos. –Es por la ley de protección de ratos. @Canasterii­ix

Sin humor y queso, ¿quesería de nosotros? @Franjorodo­wski

Voy a empezar a hacer la cena que luego todo son pizzas. @AzulWorow

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