Piqué niega su imagen frívola
muy cargado, pretende liberar a Ana María Aldón de las garras de su familia política.
Parece un escándalo fabricado a medida. La andaluza, experta en hablar sin decir nada, ha aprendido rápido a generar interés, alargar la polémica y sacudirse las responsabilidades en terceros.
Ya hay quien barrunta, sospecha o cree que la diseñadora tomará la decisión de darse un respiro de Ortega Cano cuando el verano esté llegando a su fin y las nuevas propuestas televisivas busquen a sus colaboradores. Eso sí, de sus problemas con Emilio Salinas y la demanda que perdió contra él sigue sin querer decir nada. O tal parece.
Gerard Piqué está en boca de todos. Le señalan como único responsable de su fracaso sentimental, como si Shakira, que en declaraciones recientes lo ensalzaba como padre y pareja, fuera convidada de piedra en una relación en la que ambos se conocían muy bien.
En las últimas horas se han hecho públicos supuestos affaires que el culé habría tenido antes, durante y después de su noviazgo. Testimonios contradictorios y sin pruebas que se amontonan en los teléfonos móviles de quienes nos dedicamos al fisgoneo nacional.
Voces autorizadas explican a este diario que el cabreo de Piqué y su familia es morrocotudo y que se avecinan tiempos difíciles para quienes se atreven a dibujarlo, sin titubeos y con contundencia, como un hombre poco íntegro que únicamente se dedica a beberse la noche a grandes sorbos y a alternar con mujeres.
Piqué se defenderá en los tribunales. Considera que algunas de las informaciones mancillan su honor y perjudican su imagen. ● 20M.ES/GENTE
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