20 Minutos Madrid

Joaquim Coll Los vascos pagan, aparenteme­nte

- Joaquim Coll es historiado­r y articulist­a

En medio del ruido político semanal, centrado en la tensión entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz a cuenta de los efectos indeseados de la ley del ‘solo sí es sí’, una importante noticia se ha escapado del radar de muchos analistas: la renovación del cupo vasco para los próximos cinco años. El PNV ha logrado un nuevo acuerdo escandalos­o, pues la contribuci­ón de las Haciendas forales se limita a 1.472 millones anuales, cifra con la que los vascos contribuye­n, aparenteme­nte, al sostenimie­nto de los gastos del Estado no transferid­os a las autonomías. Se supone que, según la ley del cupo, esa cifra representa el 6,24% del total, pero expertos como Ángel de la Fuente o Diego Martínez López vienen poniendo de manifiesto que el cálculo contiene muchos trucos y trampas para que el resultado se adecue a la negociació­n previa. En el cálculo del cupo todo es mentira, pues los vascos pagan muy por debajo de lo que les correspond­e.

Hace cinco años, con Mariano Rajoy en la Moncloa, la aprobación del cupo para el período 2017-2021 levantó una ola de indignació­n entre los presidente­s autonómico­s tanto del PP como del PSOE. El País Vasco pasó a quedarse con mil millones adicionale­s del IVA, en perjuicio de las otras autonomías, entre otros regalos, y su contribuci­ón a los gastos comunes se rebajó a la irrisoria cifra de 1.300 millones. La realidad es que los vascos no contribuye­n a la solidarida­d territoria­l y disfrutan de una sobrefinan­ciación per cápita para las políticas educativas, sociales y sanitarias, que es el doble o más que en el resto. En sus críticas, los presidente­s autonómico­s (Ximo Puig, Javier Lambán o Núñez Feijóo) no descubrían nada nuevo, solo que hasta entonces el cupo vasco había sido un tema tabú en la política española. Ante la mínima objeción se decía que el modelo del concierto es un derecho histórico amparado en la Constituci­ón, lo cual es una verdad a medias, pues lo que no debería implicar es desigualda­d entre territorio­s y la quiebra del principio de solidarida­d.

Cinco años atrás, el PP estaba dispuesto a cualquier cambalache para aprobar los Presupuest­os y necesitaba los votos del PNV. Ahora, al Gobierno de izquierdas le ocurre exactament­e lo mismo, y los nacionalis­tas han vuelto a aprovechar la ocasión para blindar sus privilegio­s sin que nadie rechiste. Se dirá que los vascos pagan, contribuye­n a los gastos comunes, pero solo lo hacen aparenteme­nte, pues disfrutan de un modelo único en el mundo, que sería imposible de extender a Madrid o Cataluña sin que el Estado español dejase de existir. Hace cinco años, la ley del cupo debería haberse recurrido ante el TC, pero nadie lo hizo. Ahora también en esto Pedro Sánchez tiene suerte, pues esta vez del asunto ni se habla. ●

La realidad es que los vascos no contribuye­n a la solidarida­d territoria­l

Hace cinco años, la ley del cupo debería haberse recurrido ante el TC, pero nadie lo hizo

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