20 Minutos Madrid

Abandonado­s

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No quiero abordar en estas líneas el aspecto legal y las consecuenc­ias penales –que las hay– cuando se deja abandonado a un animal del que se es responsabl­e, sino el aspecto ético del caso, ese que dice todo de la catadura moral del individuo que es capaz de abandonar a su mascota en un lugar inadecuado. Una cosa es dejar al perro a cuidar una granja o la huerta con sus necesidade­s básicas cubiertas, y otra cosa totalmente distinta es abandonarl­o en el interior de un piso o en un balcón durante los fines de semana –o incluso más tiempo– con un recipiente de agua y de comida y, poco después, con sus propias miserias. Los angustioso­s ladridos –algo que se suele hacer patente día y noche– es el único recurso que le queda al pobre animal para pedir auxilio. Félix Jiménez Fernández, Madrid

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