Una ciudad amable
Dejar tu casa para empezar de cero siempre es conflictivo, pero el truco, creo, está en encontrar una ciudad amable. Sé que el bajo donde vivo nunca albergará los ladridos de Coco –mi perro– al llegar a casa, y que tampoco la rapidez del metro me llevará de vuelta a la calle que me vio crecer. Ni estará mi querido Mediterráneo tan cerca como solía. Pero hay que encontrar, como sea, esa ciudad amable. Te prometo que será menos raro coger las llaves del piso donde vives e intentar abrirlo con las de tu casa; la ciudad que escojas –pero, por favor, que sea amable– te enseñará, entre otras cosas, que equivocarte en esto es mucho más que un descuido, y que estar lejos te ablanda el corazón, pero también te permite descubrirte de otros modos: más sinceros, más humanos y sobretodo más valientes.
Jimena Fernández, Barcelona