Iñaki Ortega «Pan y circo»
Las cartas no deberán superar los 800 caracteres (espacios incluidos). se reserva el derecho de editar o extractar los textos.
La semana pasada han sido aprobados por amplia mayoría los Presupuestos Generales del Estado y al mismo tiempo ha comenzado el Mundial de Fútbol de Qatar. La política y el balompié han opacado cualquier otro asunto. Unos Presupuestos repletos de ayudas, subsidios, subvenciones y privilegios para funcionarios, jubilados, desempleados y otros colectivos «vulnerables» que suponen cerca de diez millones de españoles. Y la televisión pública, la misma que en verano estuvo una semana con el logo del Orgullo, ha transmitido la Copa del Mundo qatarí sin sonrojarse, eso sí, con audiencias que superaban los 9 millones en nuestro país. «Pan y circo», dos milenios después.
Allá por el año 100 después de Cristo, un afamado poeta latino de nombre Juvenal acuñó la frase panem et circenses para describir la estrategia de Roma de regalar trigo y organizar fastuosos juegos circenses con carreras de cuadrigas y gladiadores. El pueblo –sin hambre y entretenido– caía rendido ante la generosidad de sus gobernantes. «Pan y circo», por tanto, fue la vía para mantenerse en el poder haciendo desaparecer el histórico espíritu crítico de los romanos. Una forma como otra cualquiera de populismo. Hoy, aunque parezca mentira por el tiempo que ha pasado, parece que sigue vigente.
En Roma, las hogazas de pan repartidas en las casas y el acceso libre al Circo Máximo silenciaron los muertos en las legiones y la miseria de las calles. En España –no iré tan lejos– los Presupuestos y el Mundial permitirán llegar al Gobierno hasta las elecciones municipales de mayo sin grandes sobresaltos. Aumentos del salario mínimo interprofesional, cheques gasolina por doquier, empleados sin trabajar y cobrando al estar en ERTE, nuevas ofertas públicas de empleo, funcionarios y pensionistas con subidas de rentas garantizadas por el BOE, generosas subvenciones a los amigos y campañas de publicidad, todas las habidas y por haber, hasta convertir al Gobierno en el primer anunciante de España. Y fútbol, mucho fútbol.
La economía, como esos atletas dopados que aguantan la carrera gracias a la química, resistirá unos meses, pero llegará un momento en que no soportará más inyecciones de deuda y se parará. Al igual que el Mundial de Fútbol terminará, las empresas y las familias no podrán soportar más meses de presión fiscal, aumento de precios y caída de pedidos del resto del mundo. Por supuesto habrá intentos de seguir con el circo, algunos políticos lo intentarán desde la Carrera de San Jerónimo y otros desempolvarán pancartas en vano. Pax Romana era la expresión latina que resumía todos esos años de estabilidad y prosperidad que vivió Roma. Pero no duró siempre. Y tras este periodo llegó la caída del Imperio romano…
Pero aquí no hemos venido a hablar de historia clásica, así que las palomitas que no falten para seguir viendo en las pantallas el Mundial de Fútbol o los pactos y los exabruptos en el parlamento. Que ya no se sabe qué es más espectáculo, si lo uno o lo otro. ●
La juventud es un periodo del que cuesta salir. Generaciones Z y Millennial no somos ajenas a la cautivadora sucesión de descubrimientos y desafíos que supone esta etapa. Y mantenemos ese optimismo que describía Gil de Biedma cuando decía «dejar huella quería y marcharme entre aplausos. Envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro». No obstante, las expectativas de las y los jóvenes de hoy, que en algún punto previo a la Gran Recesión se nos prometían formidables, se han topado con las serias consecuencias de la precariedad laboral crónica, la inestabilidad y la incertidumbre.
La juventud es un periodo de especial vulnerabilidad ante recesiones ya que, en contextos de destrucción de empleo y devaluación de la calidad del existente, las oportunidades para los últimos en llegar se reducen. Las generaciones nacidas a partir de la década de los 90 hemos crecido con las peores perspectivas económicas de los últimos 60 años y las cicatrices que nos han dejado las crisis consecutivas son cada vez más profundas.
Tenemos menor crecimiento salarial que el total de la población y que las generaciones de jóvenes anteriores. Esta es la realidad socioeconómica de los jóvenes en España en el último año y que, junto al Consejo de la Juventud, hemos analizado en La maldición de la eterna juventud.
La juventud sigue siendo ese periodo dulce que anhelaba De Biedma. Pero no podemos renunciar a que sea también un periodo digno, con suficientes impulsos para disfrutar de las garantías de un sistema de bienestar. Ni podemos permitirnos que, con un presente truncado, los jóvenes alcancemos la vida adulta siendo un débil sostén para nuestra sociedad en el futuro. No hay excusas que nos deban desviar de la apuesta por políticas públicas para la juventud innovadoras y ambiciosas. ●
La televisión pública ha transmitido la Copa del Mundo qatarí sin sonrojarse
Los Presupuestos y el Mundial permitirán al Gobierno llegar hasta mayo sin sobresaltos
20minutos